18 may. 2025

OPINIÓN PÚBLICA

“Apatukando” la dignidad de nuestras mujeres
Esta no pretende ser una crítica coyuntural más al presidente de la República. No soy de los que alaban momentáneamente a un líder, mientras está en la cima y lo condenan cuando la abandona. Tampoco pienso que todos los males que padecemos hace más de medio siglo en nuestro país se deban exclusivamente al desgobierno de los últimos cuatro años. Sí lo veo como una consecuencia directa de su incapacidad de aprender de los errores cometidos por gobernantes anteriores.
Uno de estos errores es la constante prepotencia en el discurso. Ese lenguaje soez, agresivo y denigrante. Ese cóctel nauseabundo de cinismo, sátira, machismo, enmascarado en forma de un show folclórico, del cual lo único rescatable es la utilización (penosa) de nuestro metafórico idioma guaraní.
Molesta ya que un hombre cualquiera se refiera a una mujer cualquiera en tales términos. Pero es definitivamente inaceptable que un representante del Poder Ejecutivo, al cual votó la mayoría de la población (cuya mayoría es justamente femenina), utilice imágenes prehistóricas de dominio y posesión masculina sobre la mujer. Y más aún, pensando que esa mujer podría representar a cualquier novia, o esposa, podría ser nuestra madre, nuestras hijas, nuestras hermanas, o abuelas.
Ninguna mujer paraguaya precisó de la supuesta superioridad masculina para desprenderse del fruto aún tierno de sus entrañas y enviarlo al campo de batalla. Ninguna de ellas pensó en debilidad cuando solas reconstruyeron, de las cenizas, nuestra patria devastada. Definitivamente, ninguno de esos venerables seres, delicados y poderosos, que nos ceden el espacio de sus vientres, y nos alimentan con su sangre. Cuya única profesión es muchas veces la de cuidarnos y educarnos. Ninguna mujer merece ser denigrada a la sombra de ningún hombre, por más poderoso y popular que este sea.
Pero lastimosamente la oferta de este tipo de discursos seguirá mientras exista demanda, es la ley suprema de nuestra sociedad. Mientras el público busque en sus líderes estos rasgos, mientras sigan siendo más votados aquellos que obtienen más popularidad por su brutalidad, por su capacidad de engaño, o aquellos digitados por cúpulas partidarias, por pactos económico-políticos, mientras sigamos permitiendo que antiguos torturadores, o sus hijos reivindicándolos, o que viejos usurpadores del bien público, ex gobernantes corruptos sigan impunemente libres, malversadores, traficantes de todo un poco, sobre todo de influencias.
Mientras sigamos permitiendo que la peor calaña política siga mimetizándose en nuevos movimientos pseudoprogresistas, o populistas, reciclando la inmundicia, reproduciéndola con su ejemplo en las futuras generaciones.
Mientras siga primando el show, antes que los antecedentes, los afiches y pasacalles, antes que los programas de gobierno, el color antes que el sudor derramado. Lastimosamente seguiremos padeciendo de hurras y hurreros, de pañuelos, y “apatukeos”.
Y tendremos que seguir intentando explicar a nuestros hijos por qué les prohibimos decir obscenidades, si el señor presidente, o el senador o el diputado lo hacen libremente, y luego son reelectos en sus respectivos cargos.
Dr. Arturo Rabito López
Médico general

Exabruptos del Presidente
Tenemos una Constitución que establece la igualdad entre hombres y mujeres, la no discriminación y la lucha contra la violencia doméstica, pero lastimosamente el primer mandatario, que debería dar el ejemplo, desconoce esos derechos. Su comportamiento grosero hacia la mujer así lo demuestra.
Desde siempre al hombre se le da un trato diferente al de la mujer, porque no se las considera como su igual. Se manifiestan con desprecio hacia el otro sexo, considerando a la mujer como un objeto. Solemos escuchar a los hombres decir “che serviha”, porque consideran que deben servirse de ella, como una cosa. Esa es la estructura patriarcal que sigue existiendo desde hace 5.000 años y que cuesta hacer desaparecer, ¿será por temor a reconocer la superioridad de la mujer en todo sentido?
El señor Nicanor Duarte Frutos al utilizar los términos tan peyorativos hacia su ministra de Acción Social, Judith Andraschko, no solamente la ofendió a ella, sino a todas las mujeres y debería pedir disculpas a ella y a todas.
El señor Nicanor Duarte Frutos, como persona y más aún como Presidente de la República, debería ser modelo de discreción y respeto hacia sus conciudadanos y conciudadanas, y las leyes, pero lastimosamente no es así.
Los que lo defienden, manifiestan que él le da su lugar a las mujeres, porque tiene varias ministras en su gabinete, pero uno puede tener varios animales y eso no quiere decir que ama a los animales. El tema es cómo es el trato hacia ellas.
No me sorprende las expresiones de la ofendida, porque para ella es una broma “para cortar el hielo” a costa de su dignidad, total ella está para aguantar todo, para eso es mujer. Como muchas mujeres, tiene muy baja autoestima o poca valoración de su persona. Las mujeres somos personas y como tal merecemos que se nos respete en nuestra dignidad.
Estas manifestaciones las realizo como mujer que dignifica a su género y que respeta al otro como su igual, y exige lo mismo de parte de estos señores.
Señor Presidente, reflexione e impulse una campaña contra actitudes violentas como la que usted asumió con su ministra de Acción Social.
No más machismo ni violencia contra la mujer.
N.P. Nidia Teresita Gill Petta
CI 262.424
Soroptimista Internaciona