04 nov. 2025

Oficio que persiste en el tiempo: “Ser zapatero requiere de paciencia y buen corazón. Es un arte”

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RODRIGO VILLAMAYOR

Me llamo Ángel Fernández y tengo 63 años, soy oriundo de la ciudad de San Lorenzo. Vengo de una familia muy humilde.

Mi mamá era vendedora de mandioca y verduras, ella tenía su carro con su caballo y todos los días se levantaba a las 03:00 de la mañana y se iba al mercado de San Lorenzo. Mi madre cargaba la mercadería en el carro. Con mucho sacrificio nunca nos hizo faltar el pan de cada día a mí ni a mis hermanos, éramos en total cuatro hermanos y murieron dos de ellos, ahora solo me queda un hermano. Mi mamá siempre pensaba que era importante estudiar y aprender para salir adelante, y por un contacto de ella desde los 8 años me fui a ayudar en una zapatería porque ella quería que aprendiera un oficio. A mí siempre me llamó la atención la compostura de los zapatos y es algo que me apasiona. Los zapateros me ocupaban, yo me iba a comprar algunos elementos para la compostura y de paso les cebaba el tereré mientras yo veía cómo se arreglaban o confeccionaban los calzados y me parecía muy divertido. Yo no pude terminar la primaria por dificultades económicas y también porque me costaba el estudio y a veces no era constante, entonces desde los 13 años ya quise tener un trabajo estable y ganar mi propio dinero y por eso comencé a realizar confección y compostura de calzados con un fabricante, porque yo siempre tuve un sueño, que era tener mi casa propia. Mi patrón me daba ya una cantidad determinada de calzados para hacer. Empecé a fabricar mocasines y guillerminas porque era lo que se vendía más. En una semana yo le hacía como 30 pares para vender, él me ponía todos los materiales y yo la mano de obra. Posteriormente, a los 18 años ya empezaba a trabajar por mi cuenta. Anteriormente, me dedicaba solo a la compostura de zapatos sobre medida y la gente no quería pagar, porque un buen calzado lleva su trabajo y tiene otro costo el material y por eso son un poco más caros, por la calidad de los materiales. Desde ese entonces me dediqué exclusivamente al arreglo. Cuando tenía 26 años yo comencé a trabajar también como limpiador en la empresa Rysa, en el área de limpieza. Estuve trabajando allí nueve años. Como mis compañeros de trabajo sabían que yo sabía componer calzados, me pedían de todo un poco. Me decían ¡Fernández, ayúdame por favor, se me despegó mi zapato! Me contaban que la suela de su calzado se rompió o un tacón. Incluso algunos me pedían que les confeccione un modelo de calzado específico. A la par que me dedicaba en la empresa, en el área de limpieza a la mañana hasta la tarde, por las noches realizaba los arreglos de los zapatos de mis compañeros. Hace 13 años que estoy en mi casilla en San Lorenzo en la ruta PY02 sobre la avenida Mcal. Estigarribia. Cuando vienen mis clientes siempre les digo que yo no soy zapatero, sino un zapatólogo y ellos me preguntan: ¿Qué sería zapatólogo? Y les explico que un zapatólogo es el que trabaja debajo del techo y zapateros son los que trabajan debajo de la planta de mango, y eso es algo que mucha gente no conoce. Tengo clientes que vienen de otros lados, algunos vienen de Itá, Capiatá, Areguá, Luque, Asunción, de todas partes de Central. La gente pasa por acá y a todos les llama la atención mi casilla y muchos del barrio ya me conocen y por eso tengo gran cantidad de clientes, no me quejo gracias a Dios porque siempre hay trabajo. Estuve 27 años casado con mi esposa que se llamaba Noelia, pero ella se enfermó y falleció. Tuvo una neumonía muy grave y lastimosamente falleció a los 47 años y fue uno de los momentos más tristes y difíciles de mi vida. Muchos años estuve solo y posteriormente con el transcurso de los años encontré a una mujer otra vez y ahora es mi pareja desde hace 13 años. De mi matrimonio tuve dos hermosos hijos y nueve nietos y cuando sean un poco más grandes, les voy a traer para que aprendan también. Una de mis nietas quiere aprender la compostura de zapatos y le voy a ir enseñando. Yo siempre les digo a mis nietos que tienen que aprender a hacer de todo en la vida, porque uno puede tener un trabajo estable en su profesión, pero a veces por diferentes motivos de la vida uno se puede quedar sin trabajo y ahí empieza la desesperación. Es fundamental que una persona pueda aprender varios oficios para siempre tener un trabajo, ya sea confeccionar zapatos, vender comida, plomería, jardinería o cualquier tipo de trabajo, porque uno nunca sabe cuándo va a necesitar y es mejor estar preparado. Le insto a todos los jóvenes que si no tienen la oportunidad de estudiar, que aprendan un oficio para poder salir adelante. De a poco se empieza y no es que de la noche a la mañana uno va a tener suerte. Todo lleva su tiempo y sacrificio. Mi primer sueldo en aquel entonces era de 20 guaraníes, pero siempre se progresa. A mí me da mucha pena los muchachos y niños pequeños que trabajan en la calle como limpiavidrios o son adictos a las drogas porque son vidas jóvenes y pueden aprender, por ejemplo, a arreglar zapatos, yo no tengo problema en enseñarles para que puedan tener una mejor calidad de vida. Nunca me rendí y gracias a la perseverancia y a mis ahorros con la compostura de calzados pude comprar para mi casa propia que siempre soñé. Hoy en día realmente hay muy pocos zapateros porque muchos lo hacen por necesidad nomás un tiempo y luego si consiguen otro trabajo ya no ejercen este lindo oficio. Yo por ejemplo me considero un profesional y me gusta lo que hago porque para esto tenés que tener un buen corazón, ser tranquilo y tener mucha paciencia, es un arte también. Uno de mis pasatiempos es ver fútbol, antes jugaba con mis amigos de infancia del barrio, pero tuve un infarto hace cuatro años y desde aquel entonces, solo me voy a la canchita a verles jugar. Puedo decir que ese fue un momento que valoro mucho, aunque haya sido difícil, porque cuando estuve internado, ellos realizaban rifas, colectas, de todo para ayudarme y me llena el corazón que nuestra amistad perdure a través de los años.

Ángel Fernández tiene 63 años y, con mucha pasión, se dedica a la compostura de calzados desde los 13. Actualmente, tiene una colorida y peculiar casilla sobre la ruta PY02 Mcal. Estigarribia en la ciudad de San Lorenzo.

Les insto a todos los jóvenes del país a que si no tienen la oportunidad de poder estudiar, que aprendan un oficio para poder salir adelante y tener un ingreso fijo.

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