También sigue la venta del calendario 2024 de los pueblos originarios del Paraguay, “la idea de los calendarios surge como parte del proyecto de recaudar fondos para seguir comprando obras de los indígenas”, comentó Ysanne Gayet a ÚH.
Respecto a la muestra, la palabra Ogwa se traduce como “riacho de bosque”. Así lo llamó su abuelo Guejeje, el que escuchaba a los pájaros y seguía sus indicaciones para encontrar agua durante la Guerra del Chaco, explicaba la curadora de arte Adriana Almada, en el 2002.
“Ogwa fue un visitante regular de mi galería asuncena (Galería de Pintura Naïf y Arte Primitivo), donde expuso en el año 1995”, agregó Gayet.
“Sus frecuentes llegadas a mi puerta, casi siempre con historias de desgracia —aunque con esa gran sonrisa que le caracterizaba que iluminaba como el sol su bien parecida cara—, me permitieron coleccionar una buena cantidad de excelentes obras suyas”, rememora la mujer, que años después, cuando se mudó a Areguá, sorprendida recibió a Ogwa en su casa pidiéndole canjear los dibujos viejos de su colección por dibujos nuevos que él llevaba debajo del brazo.
“Con la pérdida de la vista y, seguramente la necesidad, Ogwa había optado por esta solución para complacer los pedidos en la capital”, contó.
No aceptó la propuesta y en el 2008, después de una enfermedad, tristemente, falleció Ogwa, dejando un enorme vacío, no solo para su familia, sino para todos los que le apreciamos a él y a sus fantásticas pinturas. “Felizmente, algunos miembros de su familia siguen sus pasos”, menciona Gayet.
EL RÍO. En la obra de Ogwa, está casi siempre presente una línea que representa al río Paraguay (el Onhota, en el idioma ishir). Arriba de esa simple línea, el artista deja volar su imaginación y allí pasan cosas extraordinarias: la explosión de un árbol samu’u del cual salen expulsados hacia el cielo los mitos, los peces, los yacarés y las víboras.
Rubén Balbuena nació en Puerto Diana, una comunidad sobre el río Paraguay en el norte del Chaco paraguayo. Es el mayor de los 11 hijos del gran artista ishir Owga.
Rubén, su hermano Claudelino y su sobrina Salmi continúan con la tradición que les dejó Ogwa.
Rubén aprendió a pintar mirando a su papá y comenzó vendiendo sus pinturas en la calle y luego en las galerías. Cada vez que puede, regresa al Chaco para buscar nuevas ideas para su obra.