El distrito fue fundado en 1887 por el polémico médico alemán Bernhard Förster, conocido por su ideología antisemita. Llegó al Paraguay con su esposa, Elisabeth Nietzsche, hermana del célebre filósofo Friedrich Nietzsche, con el sueño de crear una colonia agraria en tierras guaraníes.
Su proyecto fracasó estrepitosamente y, atormentado, decidió quitarse la vida en San Bernardino. Sin embargo, más de un siglo después, en Nueva Germania todavía se respiran aires europeos: casas con arquitectura peculiar, costumbres alemanas y hasta el idioma que algunos descendientes mantienen vivo.
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Para la ocasión, la comuna declaró asueto, permitiendo a los pobladores volcarse de lleno a las celebraciones.
Estudiantes de todos los niveles engalanaron las calles con trajes típicos paraguayos y alemanes, mientras las banderas flameaban como símbolo de unión entre el turbulento pasado y el vibrante presente.
En el palco oficial resaltó la presencia de la intendenta Alicia González, el diputado Leonardo Saiz, el gobernador Freddy D’Ecclesiis y varias autoridades nacionales y locales.
La jornada siguió con un almuerzo multitudinario de confraternidad y una fiesta popular desbordante de música y alegría, que cerró con broche de oro la conmemoración.
Los festejos incluyeron además festivales artísticos, competencias deportivas, inauguración de obras y actividades culturales, que dieron un marco de fiesta total a la ciudad sampedrana.
La historia de Nueva Germania siempre estuvo envuelta en intriga. La escritora Claudia Santiviago, en su obra Estampas de San Bernardino, recuerda cómo Förster eligió las tierras del río Aguaray como el “paraíso” donde levantar su colonia ideal.
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El Gobierno paraguayo llegó a entregarle 12 leguas cuadradas de tierra, con el compromiso de poblarla con 140 familias europeas. Pero la utopía se desmoronó y quedó solo como un capítulo pintoresco y oscuro de nuestra historia nacional.
Hoy, 138 años después, Nueva Germania se levanta orgullosa, mostrando al mundo su título de “capital de la yerba mate”, y dejando en claro que de un sueño fallido nació una comunidad que late con fuerza propia.