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Las crisis comunes en un mercado creciente no fueron excusas para retroceder, sino todo lo contrario, comenta Carlos Vallejos, quien lleva el mismo nombre de su padre, fundador de Talleyrand en la década del 70. La cohesión familiar es muy importante en los emprendimientos, además del ingrediente fundamental que no todas las familias tienen: estar unidos por una misma pasión que es la gastronomía.
–¿Como inicio el negocio gastronómico Talleyrand, usted forma parte la primera generación, verdad?
–Talleyrand abrió el primer local gastronómico sobre Mariscal Estigarribia, el 28 de julio de 1976, el año que viene estamos de aniversario número 40. Fue idea de mi padre, Carlos Vallejos, con un grupo de amigos. Mi madre Rosita Roldán, experta gastronómica también, es una de las fundadoras del emprendimiento y ella hasta hoy día trabaja en el restaurante aportando todo su conocimiento gastronómico.
–¿Esta propiedad era una vivienda o se construyó para el negocio?
–El primer restaurante de Talleyrand tiene sus particularidades; en 1976 fue el primero en contar con un local, hecho para el efecto, no fue reacondicionado, se introdujeron además los salones privados, que fue toda una novedad.
–¿En qué momento empieza a involucrarse en lo que corresponde a la administración del restaurante?
–Sí, en 1994 me hice cargo del primer local del centro de Asunción, desde ese año empezamos también la fase de expansión, donde se dio pie a la habilitación de un restaurante dentro de un shopping de la capital, después también fuimos ofreciendo el servicio de cátering, donde hicimos muchos eventos, 9 años dentro del club Centenario y después, hace un tiempo, inauguramos lo que es el local de eventos Talleyrand Costanera. Con un capacidad para 500 personas.
–¿Antes del negocio gastronómico, se dedicaba a otra cosa?
–Trabajé y estudié mucho tiempo en el exterior, también estaba al frente de una empresa de palmitos en el Amazonas, Brasil. Pero nunca me desligué de lo que era este emprendimiento en Paraguay, siempre estaba por acá de alguna u otra forma, nunca me fui del todo.
–¿De donde surge el nombre de Talleyrand?
–En principio surgió como un restaurante francés. La inspiración surge de un personaje de la historia, Charles-Maurice de Talleyrand, era primer ministro de Francia que estuvo desde la época de Luis XV hasta Napoleón. Fue ícono en su momento en París, hay un hotel que también lleva su nombre.
–¿Cuál es el ingrediente para que una empresa familiar tenga tanto éxito?
–Bueno, primero que nada lo importante es la cohesión familiar a través de una figura central, que es mi madre. En este negocio estamos trabajando juntos mis tres hermanas: Lourdes, Leticia, Viviana y Juan, mi cuñado. No tenemos ningún inconveniente, trabajamos juntos y no estamos con el “cuco” de la sucesión.
–¿Cómo hacen para dividir los temas del negocio en la mesa familiar?
–La verdad que charlamos mucho del negocio, no nos molesta, nos alegra hacer lo que hacemos, estamos todo el día enchufados en esto, forma parte de nuestro día a día.
–¿Recuerda algún momento difícil por el que tuvo que pasar en todos estos años?
–Muchísimos, sobre todo en el momento en que el mercado se retraía, siempre fue muy difícil, pasamos por crisis muy grandes en el año 2000, 2010, hubo épocas muy duras para nosotros y claro, a veces admitiendo que ocurrieron por errores grandes, malas decisiones desde la dirección, pero creemos que el público nos ha respondido siempre. Hemos podido sortear todo tipo de inconvenientes producto del mercado. El mismo contrabando nos afectó.
–-¿En algún momento de crisis pensó en abandonar el emprendimiento?
–No, nunca. Si bien es cierto que se pone difícil a veces la cosa, jamás estuvo en la idea de ninguno de los integrantes de la familia el bajar los brazos, siempre hemos sido peleadores, venimos de una familia de trabajo, es lo que les inculcamos a nuestros hijos.
–¿El mayor logro en estos años?
–Primero que nada mantenernos como una familia unida, generar puestos de trabajo para mucha gente, considerarnos que Talleyrand es una escuela en el rubro gastronómico.
–-¿Alguna anécdota que recuerde en tantos años de trabajo en el rubro de la gastronomía?
–Acá le hemos atendido a todo el mundo, desde Adnan Khashoggi hasta Anastasio Somoza, ex presidentes como Alfredo Stroessner, Wasmosy, Rodríguez, entre otros. Hace poco hicimos el servicio de cátering a Paul Mc Cartney, que fue todo un desafío para nosotros.
–Dicen que en el negocio gastronómico no hay descanso, ¿cómo se distribuyen las labores para poder descansar a la vez?
–Últimamente el trabajo para nosotros es de lunes a lunes. El cátering hace de nuestro trabajo todos los días. Así que entre mis hermanas y mi cuñado tratamos de ayudarnos cada uno en su sector. Los domingos tenemos una quinta familiar, donde nos refugiamos a descansar un poco.
–Hoy día se habla mucho del estrés del exceso de trabajo, ¿qué opina usted al respecto?
–Me gusta mucho una frase que dice: ‘Consíguete un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar un solo día en la vida’. Nos gusta lo que hacemos, por eso no lo consideramos un trabajo. Mi consejo para los jóvenes es justamente eso, que hagan las cosas con pasión, eso puede ayudar mucho a cambiar la realidad de Paraguay.