19 abr. 2024

No existe alternativa realista a la recuperación verde

La pandemia del Covid-19 nos obliga a pensar en lecciones aprendidas para construir un futuro mejor. Aprendimos sobre la profunda interdependencia entre nuestros países y regiones. Que el multilateralismo y la solidaridad mundial funcionan mejor que el individualismo y el proteccionismo: los desafíos globales se pueden enfrentar solo con una acción global conjunta/coordinada. La tercera lección ha sido la necesidad de basarse en la ciencia para tomar decisiones. Voy a intentar aclarar cuál es la posición de la Unión Europea sobre una recuperación pos-Covid, que sea compatible con el medioambiente y el desarrollo sostenible.

La ciencia nos dice que el Covid-19, por gravísima que sea, es solo una advertencia en comparación con los riesgos existenciales asociados con el calentamiento global. Analicemos unos ejemplos.

La expansión de enfermedades está asociada al cambio climático. De hecho, algunas enfermedades se transmiten por vectores, como mosquitos, y su supervivencia está plenamente vinculada al clima. Los ecosistemas naturales saludables son un requisito previo para la prosperidad continua.

Los incendios forestales y la deforestación son también fenómenos preocupantes. Los bosques en general y la Amazonía en particular son indispensables y vitales para los esfuerzos de lucha contra el cambio climático. La Unión Europea cree que se debe proteger la integridad de la Amazonía y que las altas tasas de deforestación no son compatibles con el Acuerdo de París, al ser la deforestación una fuente importante de emisiones de gases de efecto invernadero.

Cuando se eliminan los bosques, estos dejan de ejercer ese papel fundamental de absorción del CO2, aumentando la concentración de este gas en la atmósfera. Lo que nos explica la ciencia, y no solo los ambientalistas, es que si no se logran reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y la deforestación, la degradación ambiental podrá conducir a consecuencias calamitosas, incluida la inhabilitación de grandes partes de nuestro planeta en las próximas décadas. El aumento de fenómenos climáticos violentos podría continuar destruyendo hogares, cultivos e infraestructuras, desencadenando incendios forestales masivos e induciendo a una migración masiva. Esperemos que ese escenario apocalíptico no se materialice, pero hay algo más útil que esperar: actuar.

Las decisiones que tomemos hoy definirán el futuro de mañana. Necesitamos utilizar el repunte económico de la pandemia para acelerar la transición hacia un futuro más seguro y resistente. Es por eso que los planes de recuperación económica deberían basarse en patrones sostenibles, desarrollando sistemas productivos diversificados, resilientes, sostenibles y de bajas emisiones, invirtiendo en la economía circular y en energías renovables, apostando a soluciones basadas en la naturaleza y los servicios ecosistémicos.

Los motivos para cuidar el medioambiente no se limitan a preservar su belleza. Es fundamental considerar también el enfoque de derechos –por ejemplo, el derecho al agua–, el enfoque de estabilidad y el enfoque económico. Existen estudios clarísimos que nos enseñan que descuidar al medioambiente hoy, nos traerá consecuencias económicas muy graves mañana, muchas que ya estamos viviendo hoy. Por eso consideramos que los gastos “verdes” son una inversión necesaria, un seguro para el futuro. En Europa tenemos varios ejemplos de que las inversiones privadas en el sector verde llegan a ser muy rentables.

La Unión Europea y sus Estados miembros han reconfirmado su compromiso con una recuperación verde, digital y resiliente, y eso ha sido incorporado en la propuesta para el plan de recuperación pos-Covid. Se propuso que el 25% del presupuesto de la UE para los próximos siete años se gaste en inversiones climáticas. Nuestra acción se llama “Europa de la Próxima Generación” porque debemos pensar en nuestros hijos y nietos. Por eso, con el Pacto Verde Europeo, la UE se mantendrá en su objetivo de ser el primer continente climáticamente neutro para el 2050, y desafiamos a cualquiera a que nos gane para que toda la humanidad gane.

Adicionalmente, nuestro compromiso es que el Acuerdo de Asociación de la UE y el Mercosur sea beneficioso no solo en términos económicos, sino también para los objetivos de sostenibilidad global. Las ventajas económicas tienen que acompañar los objetivos de sostenibilidad tal como el cuidado del único planeta en que podemos vivir. En el capítulo sobre comercio y desarrollo sostenible, acordamos implementar el Acuerdo de París y otros compromisos multilaterales.

La solidaridad global, el comercio abierto y justo, el orden basado en reglas y el multilateralismo son cruciales para evitar caer en una recuperación basada en la deforestación, la contaminación y el uso intensivo de combustibles fósiles, que pondrían a las personas y al planeta en peligro potencialmente irreversible.

La Unión Europea insta a todos sus socios a implementar políticas claras y sólidas de recuperación ecológica. Estamos dispuestos a colaborar en todo el mundo sobre las formas de dirigir la inversión a actividades económicas y medioambientalmente sostenibles. Aquí, en Paraguay, también una parte importante de nuestra cooperación se destinará a lograr resultados en temas medioambientales y de lucha al cambio climático, compartiendo experiencias, apoyando proyectos, explicando nuestros estándares y compartiendo nuestros principios para las finanzas sostenibles. Trabajar duro para encontrar nuevas formas de ganar este desafío colectivo y permitir que nuestros niños disfruten de una vida decente en un planeta pacífico no es una búsqueda idealista o ingenua. Se trata de escuchar a la ciencia, fortalecer nuestras economías y construir un futuro mejor. No existe una alternativa realista a la recuperación verde.

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