Hoy añado: queremos una Navidad 2016 unidos y sin empobrecidos. Empobrecido es más que el ser pobre. Es haber tenido antes algo, un poco, y ahora, en ocasiones, no tener nada.
Desarrollo todo esto a partir de un entierro al que asistí el día 8 de diciembre.
Murió en el Bañado Sur una de estas personas maravillosas que Dios nos presta. Animosa, tranquila, con coraje y con una gran paz. Los últimos siete años los pasó soportando un cáncer terrible que la hizo sufrir mucho. Y a pesar de todo esto conservando la paz, con una tranquila sonrisa, cocinando en la vereda del Bañado Sur para una venta que le diera un pequeño respiro económico. La solidaridad de la Pastoral Social Arquidiocesana en los momentos más difíciles estuvo a su lado.
Me contaban que un médico le pidió un análisis que costaba medio millón de guaraníes, demasiado para ella. Pero, se movió. Y se lo llevó al doctor. Este apenas lo miró. No le servía o se había equivocado.
Esta mujer, sencilla y buena, herida en su dignidad, le dijo al médico que era la última vez que lo visitaba. Y lo cumplió.
En su entierro estuvieron presentes casi doscientos bañadenses. Llovía mucho y la mayoría apenas llevaban una camisilla mojada .
Cuando los pastores de su Iglesia evangélica me pidieron que como sacerdote dijera una palabras, dije:
“Daba gracias a Dios por los años que la puso entre nosotros. En ella se cumplía la Bienaventuranza de ‘Felices los pobres porque en ellos está Dios’”.
Si queremos ser cristianos, unidos luchemos por una Navidad sin empobrecidos. Ellos más que nadie merecen tener una vida de calidad.