29 may. 2025

Mucha más prevención

Según el Centro Paraguayo de Estudios de Población, el uso de métodos anticonceptivos, incluidos los condones, aumentó en un 70%. Aquí especialistas responden si disminuyeron los embarazos no deseados y qué pasa con el sida.

condones

Los condones, para prevenir embarazos no deseados y enfermedades como el Sida. FOTO: Fernando Franceschelli

Por Alejandra Vázquez

avazquez@uhora.com

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En un mundo acelerado, sumido en la crisis económica global, los anticonceptivos son una herramienta de planificación familiar.

La constante amenaza del sida, cuya cura es aún un misterio, exige la utilización de preservativos para no recibir una mala noticia que cambie la vida para siempre.

El contexto tiene sus efectos: aumenta el uso de métodos preventivos. En Paraguay, según un estudio realizado el año pasado por el Centro Paraguayo de Estudios de Población (Cepep), el incremento es del 70 por ciento, pero... ¿se traduce la cifra en verdaderos cambios? ¿Cuáles son las consecuencias de esta tendencia? La realidad se ve así.

En 1987 solo 1 de cada 10 adolescentes y jóvenes utilizó anticonceptivos en su primera relación sexual premarital. Para el 2008 la cosa era muy distinta, 7 de cada 10, lo hicieron. Al mismo tiempo, desde el 2004 la tasa de embarazos no deseados experimentó una reducción.

“Esto se debe a la implementación de políticas públicas basadas en la vigencia de los derechos de las personas, y en parte a una mayor información y concienciación en la población. Las estrategias de acceso a información, servicios y suministros de calidad aplicados a una mayor cantidad de mujeres implementadas por el Ministerio de Salud han tenido éxito. Nuestra encuesta demuestra, además, que un factor en la decisión del uso de métodos anticonceptivos es el nivel educativo de la mujer. Cuanto más educación, más responsabilidad”, explica Cynthia Prieto, directora del Cepep.

En cuanto a la elección del método, varía según la edad y el estado civil de las mujeres. Aquellas casadas o con una pareja estable entre los 15 y 29 años optan generalmente por los métodos hormonales temporales, como la píldora y el inyectable.

Entre los 30 y 35, la mayor proporción va para el dispositivo intrauterino (DIU) y, de esa edad en adelante, los métodos anticonceptivos definitivos son los más utilizados.

En cambio, las que no están casadas o en pareja utilizan en menor porcentaje la pastilla y el inyectable, en comparación con el condón que se lleva el mayor porcentaje de uso.

Si bien esta forma de anticoncepción sigue siendo una de las de mayor demanda para evitar el embarazo, en lo que se refiere a prevención para evitar un aumento en el número de nuevos infectados con el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), la realidad aún no es muy distinta, según Nicolás Aguayo, del Programa Nacional de Control de Sida-ITS (Pronasida).

“Todavía no vemos una relación. Nosotros tenemos acciones muy diversas. Por supuesto, la prevención, dirigida especialmente a los grupos más vulnerables, donde la epidemia está más concentrada, que serían los hombres que tienen sexo con hombres, los trabajadores y trabajadoras del sexo, y las personas que utilizan drogas. Claro que también hay que tener en cuenta la población en general, aunque allí la prevalencia de la enfermedad sea baja”, asegura.

Asimismo, Aguayo aclara que es necesario hacer la diferenciación entre la distribución de los preservativos y el uso real y, sobre todo constante, es decir, el uso en todas las relaciones sexuales, sin excepción.

Sobre este punto, señala que Pronasida cuestiona mucho al propio programa de las Naciones Unidas contra el Sida, puesto que “habla de un porcentaje de uso de condón en la última relación sexual y a nosotros no nos gusta ese indicador, preferimos el uso consistente del condón. De qué te sirve usarlo en la última ocasión, si nunca antes lo hiciste”, dice.

A pesar de esto, Liliana Giménez, directora del Departamento de Educación de Pronasida, afirma que en los últimos años sí se puede notar una mayor apertura y responsabilidad, tanto de los grupos más vulnerables, como de la ciudadanía en general, en lo que al uso de preservativos se refiere. “Se instaló esa conciencia”, menciona.

Educación y discrepancias

A pesar de que el Cepep celebra el aumento en el uso de métodos anticonceptivos y la mejor planificación familiar e incluso cuando en Pronasida se muestran satisfechos con el renovado compromiso de la ciudadanía de usar condón, los miembros del Servicio de Amor y Vida (Seavi) ven las cosas de otra manera y presentan sus alternativas: una forma natural de anticoncepción para matrimonios y la abstinencia como opción premarital.

La institución promueve el método Billing o método del flujo cervical, que consiste en que la mujer identifica sus días fértiles y no fértiles en cada ciclo, de acuerdo con la transformación en la cantidad y consistencia del flujo cervical, que va variando.

Por tanto, la pareja debe abstenerse de tener relaciones sexuales cuando la mujer note mayor secreción y transparencia.

“Esta es una técnica altamente científica, investigada en más de 100 países, por la Organización Mundial de la Salud y tiene el 98.5 por ciento de efectividad, al igual que las píldoras. Aparte se aplica para todo tipo de mujeres, regulares o no. Es un método abierto a la vida”, asegura María Elena Martínez de Diez Pérez, especialista en Bioética y miembro del Seavi.

Según la especialista, para evitar enfermedades de transmisión sexual la opción para los jóvenes es mantener una pareja estable y vivir en castidad hasta el matrimonio y, a partir de allí, vivir un amor único y comprometido, responsable de su sexualidad.

“El aumento en el uso de anticonceptivos tiene que ver con una educación hedonista. Toda nuestra sociedad tiene una carga erótica a cualquier nivel, porque esta misma conducta se inició en los países del Primer Mundo y se está globalizando. Es como decir que se vayan todos juntos a la cama. Todo se hace por diversión o pasión y en ese contexto, el niño es un peligro, así que la gente se llena de métodos anticonceptivos”, opina.

Sin embargo, específicamente en el caso de los condones, Nicolás Aguayo indica que no está de acuerdo con cualquier institución moralista que condena este método anticonceptivo, ya que su uso puede ser una diferencia de vida o muerte.

“Trabajamos con iglesias y todo tipo de organizaciones. Nos parece bien educar a las personas a que sean fieles, ya que es la mejor opción, así como también estamos de acuerdo en practicar la abstinencia, pero no estamos de acuerdo en que nos hagan una contracampaña en el uso del condón, para quienes eligen tener otro estilo de vida y necesiten cuidarse para evitar contraer enfermedades”, afirma.

Una ley conflictiva

Por su parte, el Cepep brinda servicios de salud sexual y reproductiva, entre ellos: planificación familiar, estudios ginecológicos y clínicos varios, además de apoyar iniciativas o políticas como, por ejemplo, el Plan Nacional de Salud Sexual y Reproductiva 2009-2013, que se establecerá por ley.

Este proyecto, cuya audiencia pública se llevó a cabo hace poco en el Congreso Nacional, genera discrepancias y posiciones encontradas. Aunque el Cepep apoya el plan, cree que hay puntos que deben ser replanteados. De hecho, se conformó un comité para la revisión de la ley y se ha remitido al Parlamento las sugerencias realizadas por los voluntarios del centro, quienes son expertos en el área de derechos y de salud sexual y reproductiva.

Al mismo tiempo, Aguayo dice estar de acuerdo con la ley, sobre todo en temas de educación en la sexualidad, pero que deberían replantearse temas que quizás se encuentran en un área gris.

María Elena Martínez de Diez Pérez no piensa lo mismo. “Esta ley pretende imponer esa cultura hedonista para proveer anticonceptivos en forma masiva a los adolescentes, enfermando a nuestras mujeres”, dice enfática.

Igual, la educación sexual -que contempla información sobre el uso de preservativos y las enfermedades de transmisión sexual- parece ser una realidad.

Representantes de Pronasida aseguran que están trabajando en un proyecto que involucra al Ministerio de Educación y al Ministerio de Salud, que consiste en unificar la educación sexual, es decir, en tener un marco rector pedagógico, en el que se enseñe sobre sexualidad de forma uniforme, desde las escuelas.

“Esto va dirigido al grupo grande, a la población en general, no a los grupos más vulnerables al sida. El impacto de esta mejor educación podremos medirlo luego en dos o tres años”, cuenta Aguayo.

A pesar de la diferencia de posturas, la realidad es que en Paraguay cada vez más personas se inclinan hacia los métodos anticonceptivos para evitar el embarazo y recurren al condón por el mismo motivo, así como para cuidarse de las enfermedades de transmisión sexual.

Incluso en las áreas rurales, que hace algunos años mostraban aún una gran diferencia en relación con las zonas urbanas del país, hoy viven un gran cambio, según Cynthia Prieto.

“En las regiones fuera de la Gran Asunción aumentó la prevalencia de anticonceptivos, especialmente en la región Norte, donde el aumento fue del 23%, con un incremento del 61.3% en 2004 al 75.1% en 2008. La prevalencia actual de las demás regiones es de alrededor del 80%", explica.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), esta es una tendencia que se repite en todos los demás países del mundo, sobre todo en aquellos en vías de desarrollo que, de a poco, van conociendo más acerca de sus distintas opciones de prevención y cuidado.

Mientras continúa la discusión acerca de la nueva ley y el debate, la verdad es que en Paraguay hay una población cada vez más preocupada por su bienestar y su salud sexual, y aunque los distintos métodos sean cuestionables o no, las cifras dicen algo, que habrá que saber escuchar.

Agradecimiento: Pronasida y Farmacia Vicente Scavone

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