12 ago. 2025

Más de 60 años vendiendo ramos de flores: “Con este trabajo crié a mis 9 hijos”

Vendedora en área de camposanto de Lambaré relata las distintas experiencias vividas en estas décadas. Recuerda que antes el 2 de noviembre era como una función patronal. Con el paso del tiempo, aprendió a reinventarse.

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Mi nombre es Domingo Ruiz Díaz. Soy vendedora de flores hace 60 años, creo que más incluso porque empecé ayudando desde niña. Mi abuela fue pionera acá en el cementerio de Lambaré con la venta de flores; trabajé con ella, con mi mamá, luego ya tuve mi propio puesto y ahora ya trabajo con mis hijas.

Comencé acarreando flores. Iba en colectivo hasta los cultivos en Luque, compraba, y traía sobre mi cabeza los atados de flores. Antes todo era nacional, no es como ahora que vas a la florería y traes nomás ya las flores, en su mayoría importadas.

A lo largo de estas décadas pasé de todo acá, cosas buenas, y no tanto. Con este trabajo logré comprar para mi casa propia y criar a mis nueve hijos, yo sola. Gané una gran clientela y también soporté insultos, lidié con intentos de desalojos. Aprendí a ser firme, a ser constante, a reinventarme por los cambios del tiempo.

el 2 de noviembre era sagrado

En todos estos años también me tocó presenciar como esta tradición de la visita de los familiares a sus difuntos en el cementerio se va perdiendo, lastimosamente. La juventud o la nueva generación, digamos, se va olvidando de estas cosas, va dejando de lado.

Antes, el 1 de noviembre, Día de Todos los Santos era feriado luego. La gente amanecía acá. Pasaba el día con sus muertos, limpiando, repartiendo golosinas, cantando, rezando, tomando mate. Y el 2 de noviembre, Día de los Fieles Difuntos, era sagrado, era como una función patronal. Había cantina, feria en toda la cuadra. La gente venía a pasar el día. Venían con su mate, con su tereré, traían para su comida. Todo el día se pasaba en el cementerio, hasta las cinco de la tarde.

Con el tiempo se fue perdiendo esa costumbre. Nuestras abuelas, nuestros abuelos, ya partieron al más allá y entonces los descendientes, ya no todos siguen esa tradición. Ya están ocupados, ya el ritmo luego cambió.

Manejos irregulares en cementerios

Actualmente, acá falta mayor control. Hay muchos empleados a los que el pueblo le está pagando, pero no cumplen sus funciones. No controlan, no les importa y toda la inseguridad que hay, la falta de limpieza, el desorden, todo eso nos perjudica también a nosotros los vendedores que dependemos de las visitas.

Los cementerios son además un negocio redondo. Cada intendente o cada autoridad que sube en los Municipios traen a su gente y venden y revenden los lugares. Ya no hay ni pasillo para caminar en los cementerios, todo es desordenado porque a quien paga más se le da el lugar.

En todos estos años, me tocó lidiar también con distintos intendentes que tuvo Lambaré, algunos aparentemente buenos, otros más o menos y otros fueron un desastre. El peor de todos para mí fue Roberto Cárdenas. Ese nos quiso tirar de acá. No quería saber nada de nosotros. No quería que estemos en frente, quería enviarnos en la esquina con la casilla.

Supuestamente, en la maqueta cuando comenzaron a construir estos depósitos que están acá en frente eran para las florerías, yo llegué a tener dos depósitos llenos de mercadería y un día para otro viene y nos dice que salgamos.

Para desalojarnos vinieron cuatro patrulleras. Entonces mi hermana, que está del otro lado, y yo empezamos a oponernos. Sobre todo yo que soy peleadora, no sé ni de dónde sacaba fuerzas para defenderme. Finalmente, nos quedamos acá en frente y un depósito lo que me sacó y me quedé con uno pequeño.

Reinventarse con las flores

A pesar de que la concuerrencia en los cementerios disminuyó y las ventas bajaron, nosotros seguimos acá trabajando en familia y nos vamos reinventando.

Antes vendíamos los ramos y eso se ponía en florero, pero ahora con el problema del dengue, usamos la esponja floral para el arreglo, se le llama oasis a esa esponja, que ayuda además a conservar las flores. Y todo eso lleva su tiempo y proceso porque hay que cortar, colocar las hojas, luego las flores.

Vender flores frente al cementerio no es un trabajo siempre agradable. Mucha gente viene y nos ofende diciendo: Pende ricopata (van a ser todos ricos) porque no quieren pagar lo que valen los arreglos, y no sabe todo el sacrificio que hay detrás, las flores además en su mayoría son importadas.

Paras las fechas especiales como el 1 y 2 de noviembre nosotros ya montamos guardia acá desde el 31, porque no tenemos mucho espacio para guardar las cosas, entonces ya estamos en vigilia. Preparamos con tiempo los arreglos, todo listo para cuando vengan los visitantes, desde tempranas horas.

Aquí como dije se pasa de todo. Con el tiempo, yo perdí un lado la vista, yo digo que es por tantos años de contacto con los químicos que se le pone a las flores. Toda mi operación logré pagar con mi trabajo.

Varias de mis hijas trabajan acá y son las que están todo el día, yo por ahora ya vengo solo para fechas especiales, pero desde casa trabajo haciendo los arreglos florales.

Después de estas fechas claves de visita en los camposantos, nosotros nos manejamos con decoradores, que como ya no tienen tiempo nosotros le preparamos los arreglos.

Hacemos también coronas, ramos de novias. Todo lo que hacen las florerías y a buen precio.

Mucha gente ya está concientizada también porque antes se decía, ah, no, del cementerio, pero las flores no son del cementerio, están cerca nomás, pero son las mismas que venden en una florería. Muchos de nuestros pedidos son para cumpleaños, para casamientos, preparamos el arreglo y vienen a retirar de acá que queda más a mano.

Vamos cambiando la dinámica porque los tiempos cambian.

No olvidar al familiar difunto

Mi consejo para los familiares es que no se olviden de sus seres queridos que fallecieron. Por algo está el dicho de que a quien se le recuerda nunca muere. Y hay muchísima gente que le enterró definitivamente a su familiar, que nunca más vinieron a visitar su panteón.

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