Si algo aprendí en mi estadía de toda una vida en esta isla rodeada de tierra es que la política criolla es tan impredecible que nunca hay que apostar a lo seguro ni mucho menos dárselas de adivino.
Y me van a disculpar esta desubicada comparación pero teniendo en cuenta el desarrollo de las cosas –y los últimos acontecimientos–, pareciera que la República del Paraguay es como un adicto a las drogas en constante peligro de recaída.
Antes de que algún nacionalista pida mi cabeza por comparar tan alegremente a nuestro país con un drogadicto trataré de dar una explicación a este remedo de teoría: A pesar del fantasma de la dictadura (en este caso el “estupefaciento” como diría el ilustre diputado Carlos Portillo) soplándonos la nuca desde 1989 a esta parte, se creía que nuestra Constitución Nacional sería el blindaje a esta endeble democracia de la mano del artículo 229 que prohíbe la reelección con una frasecita tan contundente como fácil de entender: “En ningún caso”.
Y así cuando nuestro enfermo –entendiendo a la adicción como tal– parecía que no reincidiría, o al menos cuando se tomaron los recaudos legales para que no vuelva a caer bajo un régimen dictatorial, todo vuelve a alterarse y a ponerse patas arriba, como si no faltaran condimentos para la locura propia del caluroso mes de diciembre.
Sin ánimos de darme del constitucionalista y caer en el jueguito de las interpretaciones, me resulta curioso como nuevamente los expertos divisores vuelven a operar para la polarización del tema enmienda: Si sos de los que opina en contra automáticamente te tildan de “efrainista” o que pertenecés al grupo de Marito y los colorados disidentes. En cambio, si no mirás con tanto alarmismo y admitís que en el fondo te gustaría que la enmienda constitucional pase por la decisión popular sos funcional a la diabólica alianza “Lugocartista” (si todavía nuestro periodismo no creó el término, lo acabo de inventar).
Lo preocupante para mí no es todo este circo con aroma a flor de coco y compras apuradas como telón de fondo: Lo que preocupa es que de triunfar nuevamente la política de hechos consumados como en el mes de junio del 2012, resultará victoriosa la gavilla que institucionalizó la politiquería a platazo limpio en nuestro país y no se trata de estar a favor, en contra, ser liberal, colorado, luguista o lo que sea.
Por si quedaban dudas de la yeta enamorada del Paraguay desde tiempos inmemoriales, esto se trata un martes 13. No, esto no puede ser peor...