16 oct. 2025

Lourdes Espínola y su pacto con la palabra

Este texto es la presentación de Bernardo Neri Farina, leída en el lanzamiento de El pacto que te nombra, poemario número 16, de Lourdes Espínola Wiezell, editado por Torremozas en Madrid, España.

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Uno de los aforismos más impactantes que suelo recordar de Yo el Supremo, la novela de don Augusto Roa Bastos, es ese que dice: “Escribir es despegar la palabra de uno mismo”.

Solo un genio como Roa puede crear una imagen literaria tan perfecta y tan turbadora como esta.

Y cuando me pongo a pensar en la poesía como fenómeno humano incomparable, me surge en la mente la imagen de unas palabras que van brotando desde la intimidad profunda del poeta, desprendiéndose de su morada de inquietudes para convertirse en la realidad inmaterial que nos estremece.

Que nos estremece aun cuando nos sumerjan, esas palabras, en un laberinto hermético, en una bruma de interpretaciones o en una tolvanera de interrogantes.

Apelando al aforismo de Roa Bastos, la poesía es el poeta mismo que se va desgajando, entregándose a los demás en su palabra. Palabra que nombra, palabra que dice, palabra que siente, palabra que celebra la vida sin renegar de la muerte.

Hoy fuimos convocados para celebrar la poesía de Lourdes Espínola, para vivir su palabra poética, que es una flecha lanzada que llama a la fidelidad, según lo expresa la propia Lourdes en este libro.

El pacto que te nombra reúne tantos poemas como sentires hay para escribir poesía. Es un libro íntimo, pero al mismo tiempo abierto. Es Lourdes entregándose en gajos, desprendiéndose de las palabras que la atan a sí misma y al mundo mismo que la rodea. Es ella, propiamente, pero ella con todos a través del pacto que nombra a todos los sentimientos dispersos en la vida humana.

Son sus poemas, que Lourdes ve despegarse en palabras y que, según sus eficaces versos, “con sus huellas brillantes cruzan la oscuridad del papel”.

Lourdes expone en los poemas de El pacto que te nombra la sutileza que ha venido refinando a lo largo de su extensa vida de poeta. Y su refinamiento no es algo artificioso para encandilar. No busca el asombro con imágenes literarias que pasman, sino el sosiego de la paz madurada en las cadencias del tiempo.

Nos abraza con toda la serenidad de su palabra desgajada de sí misma cuando nos habla de

La luna en voz baja

es un barco tranquilo.

Al mismo tiempo que la palabra se despega de Lourdes para plasmarse en poesía, de lo escrito emerge una voz tácita, pero audible. Esta voz asoma siempre desde la palabra escrita de un poema aun cuando no haya sonidos. Lourdes misma nos expone este bello misterio y nos dice de esa voz:

Estás a salvo,

como un niño pequeño y dormido.

Escribo para oírte.

La poesía de Lourdes, especialmente en este libro, toma distancia de toda estridencia, para ser una compañera que está a tu lado, dictando a tu conciencia las claves para descifrar los arcanos de lo nocturno, o para jugar con los planos del tiempo a sabiendas de que el presente ha sido siempre un pasado que lo fuimos usando para construirnos a nosotros mismos como seres.

La poesía de Lourdes nos da la respuesta sibilina a esa perenne pregunta que nos hacemos: para qué sirve un poema. Y no sirve para nada. Para nada más que hacernos sentir plenamente humanos, dueños absolutos de nuestra emoción, de nuestra sensibilidad con la vida que vivimos y con la vida que nos rodea.

Las palabras ocultas que al borde del poema brillan

Para guiarnos al goce de los signos.

… nos dice Lourdes, para hacer resplandecer el valor de un poema en cuanto palabra despegada del alma de la poeta para pegarse a nuestro propio sentimiento de amantes sempiternos de la poesía en toda su magnitud de enlace humano.

Lourdes nos dice también en este libro que la poesía sirve para contar la historia más allá de la ruda épica de las batallas. Ella afirma que contar la historia…

Es intuir la voz de la conciencia humana.

Y que es también explorar el miedo debajo de la máscara. De esa máscara que la ciencia no puede explicar, pero que la poesía sí puede explorar hasta alcanzar su significado más insondable.

La lírica de Lourdes tiene en el amor uno de sus blancos excelsos. Con un erotismo delicioso y elegante, que fluye natural y lubrica la voz que alienta la vida, nos dice:

Narrador del relato interminable

atravesando mi reposo,

me tomas lentamente, tersa,

descalza hasta la tierra prometida.

Este es un libro que nos entrega Lourdes, y en él Lourdes se entrega a sí misma en el ara tibia, que no es de sacrificio, sino de ofrenda lozana.

La vida puso en Lourdes, con la punta de un dedo, en su naciente boca el germen de la poesía. Lo dice ella misma cuando se cuenta a sí misma, de sí misma y para todos los demás.

Lourdes no se oculta en su poesía. Por el contrario, se despoja de todos los velos prosaicos para ser ella con los demás, ella unida a los demás por medio de la palabra.

Me estoy narrando

de pie en mis pisadas.

… nos dice la poeta con sinceridad de poeta y en una elevación de su condición humana dedicada a los demás mediante la poesía.

En este libro, Lourdes nos entrega su poesía, su palabra que ella ha despegado de sí para exponerse ante nosotros en la magnitud de una creadora que nos enseña a encontrar la luz que se adentra en la puerta del tiempo.

Y con este libro, Lourdes ha forjado un pacto que, mediante la palabra, nos une a ella de manera indeleble.

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