A tres semanas de completar sus primeros 100 días de Gobierno, Santiago Peña sufre un prematuro desgaste que lo obligó a dar marcha atrás a sus planes iniciales y tuvo que lidiar con crisis generadas por sus propios aliados que forman parte del riñón cartista de primera hora. Muchos de los goles que pretendía hacer durante la campaña electoral terminaron generando las primeras crisis internas y una guerra de baja intensidad en el oficialismo.
El primer tramo de la administración Peña transitó en medio pasos minados donde tuvo que lidiar poniendo la mano para defender y luego rever otras decisiones. Los planes del presidente que dan marcha atrás se suman a las últimas decisiones tomadas en la semana.
La reciente reculada se dio con el polémico concurso de Itaipú donde hubo un proceso viciado y cuestionado por el nuevo gobierno poco después de ganar las elecciones generales. El propio Peña tuvo que anunciar el viernes que revisarán “caso por caso” luego de que habían tomado la decisión de desvincular a 187 seleccionados. La movilización y la presión política en el Congreso terminaron dando marcha atrás a la decisión.
UE. Uno de los ejes de la campaña electoral de Peña se nutrió con el discurso provida y profamilia. Sin embargo, tras ganar las elecciones la idea se fue diluyendo hasta concluir en la semana con el rechazo de la derogación del Convenio con la Unión Europea, desmoronando el discurso electoral y no metiendo ese gol. Esto abrió una brecha interna con sus aliados. Los senadores Lizarella Valiente y Gustavo Leite marcaron su desobediencia al mandato presidencial y no se alinearon.
Aumentazo. Pese a la crisis social y falta de respuestas en áreas sensibles, Peña se atrevió a presentar una impopular adenda para aumentar dieta a G. 5 millones a los legisladores. La medida encendió las críticas y reacciones de gremios médicos y del sector educación que movilizaron sus fuerzas y terminaron desactivando el plan inicial.
Peña primero defendió la idea, argumentó y luego terminó hablando de extorsión que apuntó a sus propios aliados cartistas. Esto generó un enojo interno a puertas de tratar el Presupuesto 2024 que también contempla aumentos para el presidente, vicepresidente, ministros del Ejecutivo.
Negociados, sanción y títulos mau. Los aliados de Peña se encargaron de crear sus propios incendios. El primer escándalo salpicó al senador Basilio Núñez (férreo cartista) con las polémicas tierras de la Finca 916 del Ministerio de Defensa en Remansito (Presidente Hayes) donde armaba una maraña de negociados con las tierras públicas. Peña tuvo que vetar la expropiación renegando al pedido de su aliado. La investigación está en manos de la Fiscalía. De esta crisis estalló el escándalo de los títulos mau. El senador Hernan Rivas sigue en el ojo de la tormenta por su dudosa formación universitaria. Se resistió, buscó apoyo de sus aliados (mayoría oficialista), pero no resistió la presión y terminó renunciando al Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados. Otro cartista que recibe críticas es el diputado Orlando Arévalo, actual titular del JEM.
Tampoco la aplanadora cartista y sus aliados pudieron frenar la sanción de 30 días impuesta tras conducta violenta contra sus colegas de la oposición.
Tacumbú y la hidrovía. La crisis penitencia y el control que ejerce el grupo criminal del clan Rotela en Tacumbú ponen entre cuerdas la gestión. Hace unas semanas, hubo una demostración de fuerzas que terminó revelando la debilidad del nuevo gobierno. Peña se resistió a cambiar al ministro de Justicia, Ángel Barchini (impuesto por Cartes).
El propio Ministerio anunció la reapertura de Tacumbú (exigencia del clan Rotela). Presión a cambio de cesar el motín. Tras fuertes críticas recularon.
Otro tema que sigue sin resolver por las elecciones en Argentina es la crisis de la hidrovía. Peña mostró primero mano dura. Demanda ante tribunales del Mercosur, retirar apoyo ante el FMI y retiro del excedente de Yacyretá. Hoy sigue la tensa calma sin resolver la cuestión de fondo del cobro del peaje de la hidrovía.