Martes|1|JULIO|2008
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Hasta el momento solo son cuatro.
Son poquitas, si las comparamos con las nueve que integran el gabinete de Rodríguez Zapatero en España, que incluso le dio el Ministerio de Defensa a una señora. Pero bueno, en nuestro caso, lo que nos falta en cantidad se compensa en calidad.
El gabinete de Fernando Lugo tendrá en Relaciones Exteriores a Milda Rivarola, en Salud a Esperanza Martínez, a Lilian Soto en el Ministerio de la Función Pública y a Gloria Rubín en la Secretaría de la Mujer.
Dos de ellas, Rubín y Soto, de entrada nomás están siendo cuestionadas. La Federación de Asociaciones por la Vida y la Familia expresó su preocupación en un comunicado en el que dicen que ambas “se han pronunciado en encuentros nacionales e internacionales en contra del principio de protección de la vida humana desde la concepción, promoviendo la modificación de la legislación nacional a favor de la despenalización del aborto”.
Esta federación tiene el derecho a preocuparse, pero Gloria y Lilian también tienen el derecho de tener opiniones. Y ese derecho les asiste incluso para pensar diferente de otros ciudadanos. Lo mismo vale para la gente de la federación.
Aclarado ese punto, vayamos al tema de la institucionalidad. Supongamos que a Milda Rivarola -que entre otras cosas es historiadora- se le ocurre un buen día proponer que se reemplacen los nombres militares de las calles, por nombres de civiles. El ejemplo puede parecer tonto, pero lo importante en este caso es que su función no será esa. Aunque quiera hacerlo y pelearse con la gente de la Municipalidad de Asunción, su trabajo será otro.
Se entiende que los miembros del gabinete de Lugo tendrán cada uno sus ideas, pero cada cual deberá abocarse al trabajo puntual, por el cual el Estado le pagará un salario.
Por esto de la institucionalidad, la Federación de Asociaciones por la Vida y la Familia debe saber que las leyes se hacen en el Congreso Nacional. Las ministras podrán decirle a Lugo que apoye tal o cual cosa, pero para cambiar un Código Penal, el ámbito de debate es principalmente el Congreso. Y por eso, el cabildeo y las presiones deben hacerse ahí.
Y ya que hablamos de defensa de la vida, como ciudadana considero que hay que defender la vida, pero no solo la vida que está dentro de la panza de las señoras.
También hay que defender la vida de los paraguayos sin papeles que están en España, y para eso confiamos en el trabajo de Milda; y hay que asegurar que la salud sea universal para todos los paraguayos y paraguayos sean ricos o pobres. Y para que ya no mueran niños por desnutrición, esperamos que Esperanza Martínez haga bien su labor.
De Gloria Rubín dependerá que el Estado proteja de verdad a las mujeres víctimas de violencia; un mayor apoyo a las mujeres que reclaman pensión alimenticia para sus hijos, entre otras cosas.
A Lilian Soto le tocó la parte más complicada, pues decidió asumir el desafío de desterrar el clientelismo partidario en la función pública y promover la honestidad y el profesionalismo del funcionariado público. Si no fuera porque es mujer, yo dudaría de que pudiera lograrlo.
Finalmente, sugerir que Lilian y Gloria pueden representar un peligro pues querrán promover la despenalización del aborto, es reducir demasiado el tema. Pero lo peor es que da la impresión de que se quiere embarrar la cancha antes de que comience el partido.