07 jun. 2025

Estado y sociedad paraguaya deben proteger a niños y niñas

En el Día Nacional de la Lucha contra el Abuso Sexual y todo tipo de Violencia hacia Niñas, Niños y Adolescentes, que fuera establecido para recordar a la niña Felicita Estigarribia, de 11 años, quien fuera abusada sexualmente y asesinada un 31 de mayo de 1999, las instituciones del Estado y la sociedad entera deben redoblar sus esfuerzos y compromiso en el cuidado de la infancia. Los datos más recientes dicen que en cinco meses ingresaron más de 1.300 denuncias por abuso sexual infantil. Es obligación de todos cuidar a los niños.

En el Paraguay, desde enero hasta el 28 de mayo de 2025, ingresaron 1.305 denuncias por casos de abuso sexual infantil. Esto equivale a un promedio de 9 víctimas por día, según información del Ministerio Público. Los datos revelan que ocho de cada diez casos de abuso en niños fueron denunciados en las escuelas.

Es fundamental tener en cuenta la terrible implicancia de los datos. Particularmente, en esta fecha en que se recuerda el Día Nacional de Lucha contra el Abuso Sexual y todo tipo de Violencia hacia Niñas, Niños y Adolescentes del Paraguay, una jornada instaurada en el año 2004, que debería ser de reflexión para todos, tanto para la sociedad, como para autoridades y funcionarios. Estas cifras y hechos no deben ser normalizados, sino que cada día y cada minuto deben llenarnos de vergüenza.

Hace 21 años, Felicita Estigarribia, una niña de 11 años que vendía mandarinas en la ciudad de Yaguarón, Departamento de Paraguarí, fue hallada muerta con indicios de haber sido abusada sexualmente; al culpable nunca lo hallaron y por ello el crimen de la niña continúa impune.

Felicita provenía de una familia pobre, cursaba el primer grado y vivía con su madre y dos hermanos menores. El 31 de mayo de 2004, en horas de la siesta, la niña salió a vender mandarinas y nunca regresó. Al día siguiente, el 1 de junio, en el cerro Yaguarón, una persona encontró a la niña en el lugar. El médico forense dijo que Felicita fue víctima de violación y la causa de muerte fue determinada como asfixia por sofocación.

En el cerro de Yaguarón, donde fue hallada la niña hay un nicho en su memoria, y en todo el país cada 31 de mayo se recuerda ahora el Día Nacional de Lucha contra el Abuso Sexual y todo tipo de Violencia hacia Niñas, Niños y Adolescentes.

La memoria de Felicita y de las miles de víctimas de abuso nos interpelan a diario, pues este horrendo crimen no cesa, como demuestran los datos del Ministerio público. Según las cifras, 9 de cada 10 casos de abusos sexuales en niños y adolescentes tienen como autor a un familiar.

El dato implica la importancia de fortalecer la educación y promover una familia sana, así como también ambientes familiares saludables. Debemos esforzarnos por construir entornos seguros para nuestros niños y niñas, fortaleciendo al mismo tiempo las estrategias de prevención y detección de cualquier tipo de abuso. El abuso es uno de los crímenes más despreciables contra una persona, y cometidos contra un niño las implicancias y las consecuencias son inconmensurables. Sin duda, las consecuencias para su vida futura serán devastadoras.

Decía un integrante del Comité de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas, Luis Pedernera, de visita al Paraguay que la impunidad, y las escasas denuncias nos hablan de un sistema de Justicia que está fallando. La impunidad se muestra de muchas formas, cuando no se permite denunciar a los niños denunciar, cuando no se cree en su palabra o dando siempre la razón a los adultos, generando condiciones que no son aptas para que puedan contar lo que han vivido. (ÚH Octubre 20, 2024)

Un punto de reflexión oportuno es también el criadazgo en Paraguay, una práctica por la cual niños y adolescentes pobres son entregados a hogares donde cumplen tareas domésticas a cambio de cuidado o acceso a la educación. Ese es también un espacio para el abuso sexual para la explotación laboral y otros abusos inadmisibles.

Es urgente que toda la sociedad se involucre en la defensa y el cuidado de los niños y las niñas.

Debemos recordar que silencio e indiferencia en estos casos son sinónimo de complicidad. Y recordar también el proverbio africano: “Hace falta una aldea entera para educar a un niño”.

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