Frente a la plazoleta Isabel la Católica, y don- de empieza Colón, había un edificio de líneas clásicas en el que alguna vez funcionó un po- pular café. Demolido en los 80, fue reempla- zado por una construcción sin gracia ni estilo.
“Receptáculo y cauce de viajeros, de carros, carretas y tranvías a mulitas, de marineros, despachantes de diversa condición, por demás característico de toda población portuaria”.
Así se refieren a la plazoleta del Puerto Hipólito Sánchez Quell y Jorge Rubiani, autores de Asunción de los Recuerdos.
Frente a ella, en la esquina donde empieza la calle Colón, se encontraba un edificio que fue sede, incluso, del Consulado brasileño, según el capitán de Navío (SR) Jaime Grau.
UN BUEN CAFÉ. De dos plantas, era de estilo neoclásico, de acuerdo con lo afirmado por María Teresa Miranda, jefa del Departamento de Patrimonio Cultural, de la Municipalidad de Asunción.
“Antes había una construcción de líneas más modestas, que fue sustituida por otra de línea neoclásica”, aclara.
Miranda refiere que en la Comuna capitalina no existen documentos que certifiquen a quién pertenecía la propiedad.
Por su parte, el investigador Jaime Grau afirma que posteriormente en ese lugar funcionó el Café del Puerto.
“Tenía como un quincho enfrente y ahí también podían sentarse y servirse los clientes de la cafetería. Ese edificio además tenía habitaciones en la parte de arriba”, agrega, aunque admite desconocer si era usado como hotel.
A su vez, el ingeniero Juan José Bossio relata que en ese lugar también estuvo El Bar del Puerto, regenteado por Pedro Ontano, padre de Roberto, de la Licorería Porteña.
En la construcción de al lado, en su planta superior, vivía el periodista deportivo Pedro García, en la década del cincuenta, con su esposa y su hijo, el colega Pedro García Jr.
En los ochenta comenzó la demolición del conjunto edilicio, según Grau, porque “se caía a pedazos”.
Añade que la demolición solo afectó a la parte superior y que la planta baja permaneció sin modificaciones.
HISTORIA DIFERENTE. Sin embargo, Pedrín cuenta otra versión del final que tuvo el grupo de edificios: “Después de que se levantó la torre de Colón 1, quienes compraron las tres propiedades que presentaban un entero cuerpo edilicio a la Aduana (la parte del medio perteneció a mi abuelo Manuel García Porro y fue vendida por sus herederos), tuvieron la intención de levantar una construcción similar”.
Esto no se concretó, pero sí la primera etapa del plan, que fue la demolición “de lo que desde fines del siglo XIX era un ícono del Casco Antiguo asunceno”.
En su reemplazo fue erigida una construcción que debía ser provisoria, pero que al final terminó siendo definitiva y sede de copetines y pequeños negocios.