Efraín Alegre ha puesto una cuenta regresiva a su Twitter. “518 días para un nuevo Paraguay”. Otras veces dice: “521 días para extirpar el cáncer del Paraguay”, o tantos días para un Paraguay “sin mafias”. En esas cortas frases de su campaña presidencial que va cambiando diariamente deja sentada su posición política que deja muy claro hacia dónde apunta.
El llanismo, que no piensa ceder un milímetro a favor de Alegre, entró en campaña alentando al gobernador de Cordillera, Hugo Fleitas.
En la vereda de enfrente, pero en el mismo barrio de la oposición, la diputada encuentrista Kattya González, de ubicación preferente en las encuestas, hace lo suyo en la misma red social.
El Partido Patria Querida postula al diputado Sebastián Villarejo.
Otros opinan que quienes deben liderar el proyecto opositor son los intendentes de Encarnación, Luis Y; o Miguel Prieto, de Ciudad del Este, o Ricardo Estigarribia, de Villa Elisa, quienes fueron reelectos de forma contundente y son rostros más frescos en la política.
Así más o menos está el escenario opositor de cara a las elecciones generales del 2023, frente a un Partido Colorado que ya definió su panorama, con la simplicidad de siempre: su campaña interna focalizada en dos candidatos que representan el oficialismo versus la oposición. El vicepresidente Hugo Velázquez como continuidad del modelo del gobierno actual, y Santiago Peña, la ficha que Horacio Cartes arriesga por segunda vez.
Luego de las elecciones municipales, la ANR se fortaleció porque mejoró su performance a costa del PLRA, que no solo perdió intendencias, sino más de 200 concejales en todo el país. La izquierda quedó knockeada.
VISIÓN COMÚN. Se menciona la palabra oposición como un paraguas único que cobija a todos por igual, como si tuvieran la misma visión y los mismos objetivos políticos, económicos y sociales en una infantil conclusión. Pero ¿son todos los movimientos y partidos no colorados la oposición?
Nada más falso.
En los últimos años se han profundizado las diferencias ideológicas y eso ha sido muy notorio en el Parlamento, donde la disputa entre conservadores y progresistas ha generado más de una tensión; especialmente en la cuestión de la tierra hasta la nominación de un ministro de la Corte Suprema ha sido atravesado por las visiones ideológicas.
Por eso es un error creer que LA OPOSICIÓN son todos los no colorados y que todos van a unirse. Por ejemplo, Patria Querida y Hagamos en varias ocasiones demostraron mayor afinidad con la ANR. Un sector del PLRA es más leal a Honor Colorado incluso contra su propio partido. Cuando se van a definir cargos, cada quien busca su conveniencia y en medio de esta balcanización, los colorados casi siempre terminan ganando. A lo largo de estos 32 años poststronistas, los liberales han decidido co-gobernar desde un cómodo segundo lugar con la ANR y por ello no han sido posibles las grandes reformas y se han pervertido las instituciones. Decidió no ser contralor, sino cómplice de este exasperante statu quo.
EL 2023. Este es el contexto real de los distintos partidos y movimientos opositores que en el discurso señalan que deben ir unidos porque esa es la única manera de derrocar a la ANR. Sin embargo, ninguno se anima a asumir el rechazo al otro.
La Mesa de Presidentes ha iniciado las conversaciones. Como es una convocatoria institucional, van los presidentes de partidos. Por ahora, parece una reunión con predominio del liderazgo de Alegre y ese es el gran desafío que tiene: asumir que existen las profundas divisiones y que se debe ampliar la conversación con las disidencias de los partidos porque de lo contrario no se logrará el objetivo.
También debe asumirse que no todos podrán ingresar como si fuera el arca de Noé. De hecho, el Frente Guasu ya avisó que si Patria Querida se suma, ellos se abrirán por sus diferencias ideológicas. En el 2008, PPQ no apoyó a Fernando Lugo, por citar que el antagonismo es profundo y de larga data.
Otro punto es la fórmula para definir la candidatura. Por de pronto es el padrón abierto para concretar la concertación, pero nadie se anima a competir con Alegre por la estructura que maneja dentro del PLRA. De hecho, Kattya González hasta el momento ha retaceado su presencia en las reuniones porque pretende que Alegre dé el paso al costado voluntariamente alegando que en las encuestas no gana. Es también otra infantil discusión pretender que Alegre regale su espacio. ¿Cuál es la base para sostener eso? ¿Encuestas que perdieron credibilidad?
Lo peor es que saben que si no son capaces de aunar la mayor fuerza posible, no hay posibilidades de superar a la ANR, que por ahora solo le basta mover su ejército para ganar las elecciones. Aún con su peor candidato. Eso sí, necesita que la oposición siga dividida y seguramente apostará con dinero a aquellas candidaturas para mantener la dispersión de votos.
El tiempo apremia, las dificultades siguen y por el momento no existe la sensación de una construcción democrática con arrastre que genere esperanzas. Porque, además de resolver las cuestiones burocráticas, saber quiénes son imprescindibles y quiénes no; que no todos son iguales, que algunos delirios de pretender más cargos de los votos que pueden ofrecer, necesitan convencer y eso solo se logrará con candidaturas que despierten pasiones y esperanzas de cambio.
¿Tendrán la capacidad de superar sus diferencias? ¿Saben que un candidato/a no se fabrica en tiempo récord y que no existen milagros en la política?
Si no tienen la capacidad de mirar más allá de sus acotados mundos, hoy la alternancia ni siquiera aparece como probable opción.