24 abr. 2024

La importancia de cambiar los productos fallados

A un mes de las elecciones, nuevamente como cada cinco años tenemos la oportunidad de decidir quién se sentará tanto en el sillón de los López como en las bancas del Congreso. Y como en un mercado, hay ofertas de todo tipo, en especial para sanear el Parlamento.

Están los de siempre que, cual lobos voraces, se presentan ante nosotros como mansas ovejitas, pero con las mismas ansias o quizás más de buscar blanqueo o multiplicar sus ya abultadas cuentas bancarias desde su cargo.

Los hay, en especial dentro del Partido Colorado y el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), dos aparatos institucionales cuyas estructuras pesadas y entrenadas para enfrentar desafíos electorales se resisten a la depuración.

Y pese a que se mimetizan entre personalidades que sí buscan dar una nueva cara a ambas cámaras de representantes, no es una opción pensar en algún momento volver a las listas sábana, sistema que dio entrada, alimentó y robusteció a familias todopoderosas que se aprovecharon del sistema. El sistema hoy nos permite ver la cara e ingresar a conocer su currículum antes de apretar el botón de votar.

Hay que pensar más bien en apuntar la brújula hacia otra dirección, en ya no pensar en el aquí y ahora sino en visualizar cómo se verían nuestros hijos y los hijos de ellos en una década, tal vez en dos o en cincuenta años. Mal haríamos en pensar que si aún votamos por los que ya tuvieron oportunidad y no hicieron las cosas como habían prometido, mañana tendremos resultados favorables en cuanto a transporte público, educación, salud, empleo, seguridad.

Si no empezamos en abril por voltear la mesa, en unos meses de vuelta no nos extrañe que estemos ante las mismas autoridades que tienen la repetida costumbre de escuchar y elucubrar soluciones mágicas durante los meses de campaña, pero de esconderse entre cuatro paredes cuando están ya con la lapicera en la mano. Parece una música repetida, pero es decisiva la postura que tome gran parte de la juventud dado que es la porción del electorado más numerosa dentro del registro de votantes habilitados. De los 4.782.940 electores, el 52% es joven, es decir, casi 2.400.000 habitantes.

Curiosamente, el porcentaje de jóvenes que votan aún no ha sido decisivo porque no ha reaccionado en la medida necesaria y mucho se ha dicho que es por falta de aparición de figuras nuevas, con credibilidad. Creo que en esta ocasión hay excepciones y muy interesantes. Se presentan para cargos a diputados desde dirigentes estudiantiles de las sonadas protestas de UNA no te Calles, así como miembros de los movimientos de escrache ciudadano. Bajaron a la cancha desde ex jueces que no tuvieron mancha a su paso por la Justicia. Para el Senado también aparecerán en la pantalla de votación dirigentes campesinos, académicos. También volverán quienes con la frente en alto empezaron un legado en las cámaras donde ostentan hoy un cargo y no defraudaron. Son minoría, pero ahí están ante la consideración de la gente.

Si se desmarcan de la responsabilidad, este país seguirá en el fondo en el que está, sin infraestructura, sin un plan de progreso desde los centros de pensamiento, sin servicios de calidad, sin remedios en el Instituto de Previsión Social (IPS). Seguirán los parientes del extranjero siendo protagonistas de nuestra economía, enviando remesas a un familiar sin trabajo, a un cercano enfermo, a alguien que pide que se le extienda la mano. Seguiremos siendo para la región el último en la tabla en casi todo.

En sus manos se encuentra la suerte de cómo se conformen finalmente las dos cámaras del Congreso. Es muy predecible y fácil de conjeturar si es que reina el mercantilismo en las elecciones, que finalmente los que movieron estructuras y dinero copen, como hasta ahora, el Congreso. Necesitamos optar por nuevos productos, que sepan sortear intereses de sectores fácticos ajenos a los intereses comunes. En definitiva, que honren el cargo.

ANR
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