08 ago. 2025

La ignorancia energética como sentencia

Por Bruno Vaccotti
Director - Cámara Paraguaya de Fintech
Columnista invitado

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En Tucumán, históricamente, más del 40% de su economía llegó girar en torno al limón. Se ubican como un actor clave en el rubro a nivel global desde hace más de siete décadas. Su sistema educativo lo entendió: decidió enseñar desde la escuela cómo se cultiva, se procesa y se exporta. No fue casualidad, fue una apuesta inteligente. Los niños y ciudadanos comprenden de dónde proviene gran parte de la riqueza de su región. Lo que se enseña, se valora. Lo que se valora, se defiende. Y lo que se defiende, crece.

Ese modelo exitoso debería inspirar a Paraguay. Tenemos una de las matrices energéticas más potentes del mundo, con represas como Itaipú y Yacyretá. Pero seguimos sin una pedagogía energética. La mayoría de los paraguayos no entiende cómo se produce la electricidad, cuánto cuesta, ni de qué manera puede transformarse en valor económico. Vivimos conectados al enchufe, pero desconectados del debate y de una mirada objetiva sobre lo que nos conviene como país.

Esa ignorancia tiene un precio:decisiones energéticas sin consulta ciudadana, donde ni siquiera se exige dicha consulta porque no sabemos qué exigir a los políticos en dichas negociaciones. No es un hecho menor. Seguir creyendo que vender energía a precio de oferta a nuestros vecinos es un buen negocio es un error que nos ha costado décadas de industrialización frustrada y riqueza no multiplicada.

Tener excedente energético y no usarlo para producir, transformar, generar empleo o innovar, es desperdiciar el activo más valioso que tenemos como país. Y lo peor es que ni siquiera es un tema de discusión, ni se habla mal para ir aprendiendo del error, simplemente se omite el tema. La energía no entra en la escuela, ni en la política, ni en la conciencia colectiva.

El caso del limón en Tucumán nos demuestra que educar sobre el motor económico de una región tiene impacto positivo. Paraguay necesita hacer lo mismo con la energía. Enseñar desde la primaria qué es una represa, cómo se mide el consumo, qué significa eficiencia, qué es la energía y por qué es importante. Solo así podremos dejar de regalar valor y empezar a construir soberanía.

Hoy, tecnologías como Bitcoin ofrecen la posibilidad de convertir excedente energético en activos digitales, sin intermediarios. Es una forma directa de transformar potencia en valor. Pero sin comprensión, ni esa ni otras oportunidades serán aprovechadas. No se trata de formar técnicos, sino ciudadanos que sepan lo que está en juego cada vez que se firma un acuerdo energético.

Paraguay no necesita más discursos sobre potencial. Necesita conocimiento. Porque la soberanía energética no empieza en una hidroeléctrica: empieza en las aulas de cada rincón del país. Así como Tucumán enseña sobre el limón, Paraguay debe enseñar sobre la luz que podría encender su futuro. Y dejar de creer que exportarla sin pensar es suficiente. Ese discurso de que somos de los mayores exportadores de energía limpia del mundo, en lugar de enorgullecernos, tendría que hacer que nos replanteemos qué estamos haciendo para transformar la matriz económica de nuestro país. La única manera de generar progreso es facilitando procesos para que toda nuestra energía se quede en casa.

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