14 ene. 2025

La crisis y los gatos peronistas

La noticia de este fin de semana es que, en un país bipartidista, ambos partidos tienen crisis internas. Puesto así, suena a empate técnico. Que no lo engañen las apariencias. Las crisis no son iguales.
En el PLRA hubo un nuevo episodio de la guerra prolongada que enfrenta a su presidente, Hugo Fleitas, con la mayoría disidente del Directorio que responde al Nuevo Liberalismo. Estos últimos se hicieron cargo de tres importantes secretarías: La jurídica, la de organización y la de capacitación. Argumentan que Fleitas no logrará sacar al partido del pozo financiero en el que se encuentra.

La verdad es que la profundidad del pozo asusta, pues fue cavado por 160 demandas de bancos y tenedores de bonos partidarios. Algunas de ellas se arreglaron, pero quedan por pagar más de 30.000 millones de guaraníes. La deuda con el IPS por aporte obrero patronal es de 3.000 millones de guaraníes. Seis propiedades donde funcionan comités enfrentan remates judiciales, mientras que los fondos partidarios, provenientes del aporte y el subsidio electoral están embargados.

Esa quiebra económica, de la que ningún dirigente liberal sabe cómo salir –pues el partido no tiene un sponsor como lo tuvo la ANR en 2008– deja cada vez más debilitado a Hugo Fleitas, que ve cómo avanza el dominio de quienes ya lograron recortar su mandato y buscan destituirlo desde el Tribunal de Conducta. El problema liberal que en el Nuevo Liberalismo están integrados dirigentes llanistas y dionisistas dóciles al cartismo, que, por insano que parezca, pueden llegar a hacerse del control del PLRA. Si eso sucede, a su quiebra financiera, habrá que sumar su quiebra moral.

Lo que llaman crisis de la ANR es, en realidad, la emergencia pública de discrepancias, enojos e intrigas provenientes de la disputa de espacios de poder e influencia. La hegemonía de Honor Colorado es enorme, pero no alcanza para contentar a todos. La cercanía al líder, los votos aportados, la lealtad probada son argumentos que solo disfrazan los conflictos de intereses que, en verdad, están en juego. Hoy es Lilian Samaniego contra Antonio Barrios, ayer fue Bachi Núñez contra Enrique Riera, mañana será Derlis Maidana contra algún otro, pero todos respetan los códigos que los mantienen en el poder. Se acusan de los peores crímenes, pero son fuegos de artificio, porque en las próximas elecciones estarán abrazados como hermanos.

El PLRA sufre un drama económico sin antecedentes del que solo saldrá por uno de estos tres caminos: 1) la aparición de dirigentes respetados que adopten medidas institucionalistas; 2) un electorado místicamente entusiasmado o, 3) un mecenas con ganas de comprar un partido político. Nada de eso se avizora en lontananza. Además, se repite la centrífuga historia liberal, recorrida por odios que atraviesan generaciones y un infaltable sector entreguista. No recuerdo otro momento del último medio siglo en el que este partido haya estado tan lejos de la posibilidad de llegar al poder. Pero, si se impone un liberocartismo, definitivamente, no tienen ninguna posibilidad.

La ANR, controlando los tres poderes del Estado, luce opulenta y no ha perdido su tradición de peleas internas centrípetas. “Nos matamos entre nosotros, pero nadie sale del partido”, decía un viejo colorado, quien también afirmaba que los colorados eran como los gatos peronistas. Se refería al apotegma del general Perón: “Los peronistas somos como los gatos. Cuando nos oyen gritar creen que nos estamos peleando, pero en realidad nos estamos reproduciendo”. No recuerdo otro momento del último medio siglo en el que este partido haya tenido tanto poder.

Con la debilidad de un partido tradicional, el auge del otro y la inexistencia de una tercera fuerza vigorosa, se dibuja la estructura política del Paraguay de hoy: Menos democracia y más autoritarismo; menos institucionalidad y más crimen organizado; menos salud y educación y más “buen clima de negocios”.

Más contenido de esta sección