@Lic.marisolramirez
La reconocida coreógrafa uruguaya, Marina Sánchez, actual coreógrafa residente del Ballet Nacional del SODRE, vuelve a Asunción con una propuesta renovada del clásico Cenicienta, esta vez desde el rol creativo y de conducción artística.
En diálogo con este medio, comparte cómo vivió esta experiencia que la conecta emocionalmente con una parte importante de su trayectoria como bailarina. Con sello propio.
Con toques de humor, ritmo ágil y una estética que conjuga lo clásico con lo contemporáneo, su versión de Cenicienta emocionó al público paraguayo en su estreno el viernes 1 de agosto.
Bajo su dirección coreográfica y con música de Prokófiev, adaptada por Esteban Urtiaga, la obra se presenta en el Teatro Municipal Ignacio A. Pane (Presidente Franco esq. Chile), en funciones especiales para todo público.
–Marina, ¿cómo fue trabajar con este elenco, pero desde un nuevo rol?
–Fue una experiencia hermosa. Desde el primer día, los bailarines me recibieron con mucha calidez, con ganas de trabajar y con una emoción genuina por embarcarse en una creación nueva. El proceso fue muy enriquecedor, me sentí y siento muy feliz.
–¿Qué puede esperar el público de esta versión de Cenicienta?
–Es una versión ágil, fresca, entretenida. Tiene mucho humor, pero también mucho amor. Todo lo que uno espera ver de Cenicienta está ahí: El zapatito, el carruaje y la magia. Quisimos respetar la historia que todos conocemos, pero darle una energía diferente, cercana y muy disfrutable.
–¿Qué nos podés contar sobre el trabajo musical?
–Se nota una adaptación muy particular. Sí, es un aspecto fundamental.
La partitura original de Cenicienta, de Prokófiev, dura más de dos horas, y como estábamos creando una coreografía nueva, trabajamos sobre la música para lograr un ritmo más fluido. Lo hice junto con el maestro Esteban Urtiaga, que realizó los arreglos musicales. Fue un trabajo delicado que nos permitió lograr una coherencia dramática y rítmica que sostiene toda la puesta.
–¿Qué sentiste al volver a Paraguay, ahora como coreógrafa?
–Una felicidad enorme. Fui bailarina en esta misma compañía y siempre quise volver. Hacerlo desde este lugar, con una propuesta tan especial, fue realmente conmovedor y hermoso. Me siento profundamente agradecida.
–¿Y cómo ves a los bailarines paraguayos?
–Veo mucho compromiso, mucho talento. Sé que hay dificultades, pero también veo una compañía que se mantiene firme. Me alegro muchísimo ver que hay academias que están formando a niños desde muy temprano. De hecho, tengo un grupo de ratones –los niños que participan en el ballet– que es precioso. Hay una generación nueva con muchísimo potencial, y eso da esperanza.
–¿Las funciones continúan?
–Sí, hasta el 10 de agosto en el Teatro Municipal Ignacio A. Pane.