Con un óptimo nivel de participación electoral que alcanzó el 63%, y una mayoría de votos del 42,74% de sufragios para la dupla colorada, lo que significa una incuestionable victoria, sumada a las mayorías que tendrá la ANR en ambas cámaras del Congreso Nacional, se puede afirmar que el presidente electo, Santiago Peña, tiene las condiciones perfectas para implementar acciones de gobierno y tomar decisiones.
Sin embargo, como reza el antiguo adagio: “Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. Esto significa que el Partido Colorado deberá sostener y justificar el compromiso que asumió con un electorado que le ha votado masivamente, pero a partir del próximo 15 de agosto deberá aprender a gobernar para todo el Paraguay, no solamente para sus partidarios. Probablemente este sea el mayor de sus desafíos: utilizar la fortaleza electoral colorada demostrada en las urnas para mejorar la calidad de vida de todos los paraguayos.
Santiago Peña no tiene obstáculos a la vista para hacer realidad proyectos, formular políticas públicas y toma de decisiones que apunten a resolver las grandes deudas sociales que se reflejan en todos los indicadores de calidad de vida. Es una realidad de la cual es imposible desentenderse: la vida de los paraguayos está llena de necesidades. Los niveles de pobreza que hemos alcanzado afectan a un 25% de la población; así también, se debe considerar el difícil acceso a los servicios de calidad, particularmente uno de ellos requerirá su atención dado que afecta la calidad de vida de los ciudadanos, sin banderías políticas, y es el tema del transporte público. Los paraguayos merecen que sus gobernantes trabajen para hacer posible que mejore su calidad de vida y una de las claves está actualmente en la debacle del transporte público que consume horas de vida de los trabajadores y estudiantes.
Una mención especial se requiere para referirnos al tema salud. Urge en este aspecto el planteamiento de respuestas para la población, que necesita un sistema público de salud, eficiente, universal y gratuito, pues solo con una población sana se podrá aspirar a desarrollar el mundo del trabajo y la producción.
Santiago Peña deberá asimismo enfrentar otro de los graves problemas que aquejan a la población, y es la inseguridad. En este sentido, será muy necesario que el nuevo gobierno mantenga la conexión con las realidades que viven los ciudadanos en sus barrios, pueblos y ciudades. Es urgente que se tomen medidas para que la gente ya no deba sufrir por la inseguridad que generan los impunes ataques de motochorros y asaltantes; y, por supuesto, se espera del nuevo gobierno que sea implacable en el combate al narcotráfico y al crimen organizado.
En su primer discurso, Peña reconoció que no será fácil reconstruir el país, mencionando los últimos años de estancamiento económico, con déficit fiscal, con un preocupante índice de desocupados y el aumento de la pobreza extrema. Él afirmó: “Ha llegado el tiempo de postergar nuestras diferencias para priorizar las causas comunes que nos unen como nación. Ante todo y sobre todo somos paraguayos. Ese tiene que ser el único distintivo que nos identifique como protagonistas del gran proyecto de restauración moral, de recuperación económica, de crecimiento inclusivo y de justicia social”.
La gran concentración de poder en manos de un partido que ha estado en el gobierno los últimos 70 años, con un breve paréntesis, es una gran responsabilidad que esperamos la ANR asuma. Santiago Peña tiene todas las ventajas para hacer un gobierno para la mayoría de la población y para hacer realidad un país donde toda la población tenga calidad de vida. No tiene excusas para lograr el desarrollo del Paraguay y toda su gente.