No temáis, sin embargo, porque el mismo Señor nos ha dicho: venid a mí todos los que andáis agobiados con trabajos, que yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis el reposo para vuestras almas; porque mi yugo es suave y mi carga ligera.
Venid —glosa San Juan Crisóstomo—, no para rendir cuentas, sino para ser librados de vuestros pecados; venid, porque yo no tengo necesidad de la gloria que podáis procurarme: tengo necesidad de vuestra salvación. No temáis al oír hablar de yugo, porque es suave; no temáis si hablo de carga, porque es ligera.
El camino de nuestra santificación personal pasa, cotidianamente, por la cruz: no es desgraciado ese camino, porque Cristo mismo nos ayuda y con Él no cabe la tristeza. In lætitia, nulla dies sine cruce!, me gusta repetir; con el alma traspasada de alegría, ningún día sin cruz. Es Cristo que pasa”.
El papa Francisco, a propósito de la lectura, reflexionó: “… La invitación del Señor es sorprendente: llama para que le sigan a personas sencillas y sobrecargadas por una vida difícil, llama para que le sigan a personas que tienen tantas necesidades y les prometen que en Él encontrarán descanso y alivio. La invitación está dirigida de manera imperativa: “Venid a mí”, “tomad mi yugo”, “aprended de mí”. ¡Ojalá todos los líderes del mundo pudieran decir esto! Intentemos entender el significado de estas expresiones.
(Frases extractadas de https://opusdei.org/es-co/article/esa-cruz-es-tu-cruz-la-de-cada-dia/ y http://www.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2016/documents/papa-francesco_20160914_udienza-generale.html)