19 nov. 2025

Gremar, la ONG brasileña que ofrece una segunda vida a decenas de animales

Preciosa, una joven tortuga de 4 años, es uno de los 25 animales que se encuentran en proceso de rehabilitación en el Instituto Gremar, una ONG brasileña que se dedica a la monitorización, rescate y tratamiento de animales encontrados en las playas del litoral de Sao Paulo.

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Preciosa seguirá bajo cuidados médicos durante los próximos meses hasta que esté lista para regresar a la naturaleza. Foto: diariolibre.

EFE


Con su aleta derecha amputada por las heridas que le produjo quedarse atrapada en una red de pescadores, Preciosa seguirá bajo cuidados médicos durante los próximos meses hasta que esté lista para regresar a la naturaleza.

La falta de una aleta no influirá en su readaptación a su hábitat natural. Eso sí, nadará más despacio que otras tortugas marinas y puede que tenga “problemas” a la hora de buscar una pareja para su reproducción, explica Rosane Farah, bióloga jefa y coordinadora del instituto.

“Las tortugas pueden volver a la naturaleza y seguir normal con sus vidas, aunque a la hora de reproducirse podrán tener más dificultades que una tortuga completamente sana”, afirma Farah.

La bióloga señala que las redes de pesca y la ingestión de basura presente en los océanos y las playas son las dos razones principales de la muerte o varamiento de animales marinos, como peces, aves, tortugas y hasta pingüinos.

Los más afortunados, como Preciosa, logran ser rescatados e ingresados en unidades de tratamiento de entidades como el Gremar.

El resto yacen muertos en la arena, aunque son igualmente recogidos por el equipo del instituto, compuesto por unos 50 profesionales entre veterinarios, biólogos y voluntarios, quienes realizan necropsias para detectar la causa del óbito y documentar los restos de basura presentes en los cuerpos.

“Siempre intentamos identificar los rastros de basura dentro de los animales, precisamente para, a través de la educación ambiental, alertar a la gente sobre las consecuencias de tirar basura en el medioambiente”, explica la bióloga.

Entre los residuos encontrados tanto en tierra como en el agua se ve de todo, desde globos de fiesta y bolsas de plástico hasta los envoltorios de caramelos, pasando por cuerdas, cigarrillos e incluso condones.

En la batalla contra el reloj para salvar la vida de decenas de animales, los colaboradores de Gremar tienen una rígida agenda: todos los días, a las 5.45 de la mañana empiezan la monitorización de 24 playas del litoral paulista, tarea que dura entre tres y cuatro horas.

Todo el proceso es rigurosamente documentado. Se registran las horas de inicio y finalización de la visita a la playa, las condiciones meteorológicas y los movimiento del mar, el viento y la marea.

“Después pasamos las informaciones al ordenador y así montamos una base de datos que nos permite tener control sobre los animales y las condiciones en todas las playas en las que trabajamos”, cuenta a Efe el biólogo Matheus Pereira.

Con un equipamiento de seguridad que incluye guantes, cascos, máscaras, gafas y redes, los profesionales de Gremar también responden a llamadas telefónicas para recoger animales heridos.

“Los animales son tratados hasta que vuelvan a estar en plena forma. Los pájaros suelen quedarse menos, alrededor de un mes, porque son más sensibles y susceptibles al estrés”, expresa la bióloga Flávia Lumia Kita.

Sin embargo, animales en estado más crítico, en su mayoría tortugas, pueden quedarse hasta un año rehabilitándose.

Fundada en 2004, el instituto Gremar integra desde 2015 la lista de organizaciones que actúan en el Proyecto de Monitorización de las Playas de la Cuenca de Santos, creado como una medida de protección para las zonas “en potencial riesgo” de impacto por la producción y extracción de petróleo, según explica el biólogo Daniel Donadio.

La medida fue una de las exigencias del Ministerio de Medioambiente brasileño para que Petrobras obtuviera el visto bueno para la exploración en la zona del presal.

Aunque la mayoría de los animales que encuentran ya están muertos, el instituto Gremar cuenta con una tasa de rehabilitación de un 30 % y liberan ejemplares todas las semanas, asegura su coordinadora.

“La mayoría de los animales que encontramos ya están muertos, desafortunadamente. Pero devolver a los que logran sobrevivir a su mundo natural es el mejor momento de todos, es un momento de celebración para todos los que trabajamos aquí”, concluye con una ligera sonrisa.

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