18 jun. 2025

Gestión, la clave del desarrollo

Sin vuelta de hoja

¿De qué les sirve a los venezolanos tener tanto petróleo si el pueblo vive mal? ¿O a nosotros tener tanta agua dulce y no poder tratarla ni distribuirla a todos?

El problema más grande de nuestros países está en la calidad de gestión de la democracia. No saber qué hacer con lo que se tiene, no saber trabajar en redes dentro de la misma estructura del Estado y aún peor: tener recursos y no saber usarlos.

Un claro ejemplo de esto constituyen los 500 millones de dólares de los bonos soberanos que hoy pagan intereses porque a casi un año de su colocación, no han sido utilizados donde debieran.

A ello hay que sumar los más de 700 millones de dólares del Instituto de Previsión Social (IPS) que siguen ganando intereses bancarios mientras el servicio hospitalario se cae a pedazos y acumula deudas con sus proveedores de más de 70 millones de dólares. Es una vergüenza el viejo nosocomio levantado en tiempos de Stroessner en Trinidad, donde las posibilidades de morir por infección hospitalaria son mayores que las de superar a una compleja operación. Tienen dinero para levantar 50 hospitales de punta pero se conforman con ganar intereses bancarios mientras los asegurados no tienen turnos, terapias y se mueren por falta de atención.

Es una miseria tener todo para vivir y conformarse con morir.

Esto pasa en cada ministerio o dependencia gubernamental, donde los recursos son malgastados mientras se distrae a la población en un debate decadente, con la corrupción es la protagonista.

Las denuncias hacen parte de un libreto que no parece querer modificarse.

El presidente debería evaluar minuto a minuto la gestión de sus administradores. El Gobierno tiene el software que compró hace años y que le permitiría al jefe del Ejecutivo ver quiénes son los que trabajan y quiénes no. Es bueno dejarlos trabajar pero... controlados rinden más.

El futuro de la democracia se libra en el terreno de la gestión.

En el campo del saber hacer con mucho, con poco o con nada está la clave para salir adelante.

Imaginación, inteligencia, integridad y transparencia harán que el Estado se reivindique con sus mandantes.

De lo contrario, seguiremos empantanados y viendo cómo el país con el per cápita hidroenergético más grande del mundo no es capaz de asegurar calidad de servicio básico en la distribución de la energía.

Cualquier tormenta acaba con miles de transformadores, cuya calidad también debería ser controlada.

Con capacidad de gestión, este Estado así como está tiene todos los recursos posibles para emerger. Pero con un equipo mediocre, mal pagado y desmoralizado internamente ya sabemos lo que podemos lograr.

Un país donde el crédito del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el principal acreedor del país, tarda desde el momento de la concesión a la ejecución más de mil días indudablemente tiene un tremendo déficit de hacer las cosas. De ahí que nos conformamos con la trágica expresión: “Omonda, pero ojapo” (roba, pero hace), con lo que muchos terminan justificando las dictaduras sobre la mediocre democracia que tenemos.

Si no tenemos gente preparada, pues importémoslas.

Finalmente así hicimos la patria desde el inicio. El primer director del Colegio Nacional de la Capital, por ejemplo, fue un mexicano. El que levantó las trincheras de Curupayty era alemán, el que administró la educación del país con Carlos A. López era español o los técnicos de fútbol del seleccionado que clasificaron al Mundial eran extranjeros.

O nos ponemos las pilas los paraguayos o los gerentes seguirán siendo argentinos, chilenos, peruanos o uruguayos, que lo único diferente a nosotros es que se dedican un poco más y son mejores gestores.