Texto: Natalia Ferreira Barbosa / Fotos: Fernando Franceschelli.
Una larga fila de frascos de vidrio recorre de principio a fin la barra de la habitación y los rayos de sol que entran por la ventana golpean el cristal de los recipientes, revelando formas coloridas de vegetales y frutas rebanadas. Afuera, en el patio, cuatro guardianes blancos celan el lugar. Los dos extraños del equipo de Vida despiertan curiosidad en los cachorros.
En el umbral del cuarto contiguo al que exhibe los frascos aún sin etiquetar, aparece un hombre con un suéter beige y un gorro con el escudo nacional. A medida que avanza, los cuatro peludos se inquietan. Cuando Benno Diehl (71) se sienta en el corredor frontal de su casa en Areguá, Rambo, Benji, Stelli y Gini pelean por su atención y no paran hasta que el hombre los calma: es allí cuando se evidencia su marcado acento alemán.
La pila de frascos de encurtidos es producto de varios factores: los años de trabajo de Benno en el área de producción alimentaria, su relación con Stella Maris Ferreira de Diehl (52), una sugerencia de amigos y el deseo de construir algo suyo, tras años de trabajar para los demás.
Conservar para vivir
Durante la entrevista, Gini hace sentir su presencia. Reposa justo debajo del asiento de su dueño, a quien demanda atención permanente, mientras que los ojos negros y redondos de Benno buscan a los de su esposa, Stella Maris, quien hace las veces de intérprete. Si bien Benno maneja el español, algunas expresiones se le dificultan, y con Stella la comunicación es más fácil.
Heinrich Benno Ernst Diehl nació en Worms, al sur de Fráncfort del Meno, en 1944. No llegó a conocer a su padre, un marino que falleció durante la Segunda Guerra Mundial, cuando iba camino a su casa. “De niño volvía de la escuela y no encontraba qué comer, entonces preparaba mi comida. En la postguerra había que ingeniarse, no había mucho alimento. Ya más grande, la gente le sugería a mi familia que sea chef en un hotel. Pero a mí no me gustaba, porque los cocineros trabajan hasta muy tarde y yo quería estar libre a la noche”, cuenta Benno, quien estudió Ingeniería Industrial y Tecnología de Alimentos.
En la misma época —entre los 20 y 25 años—, Benno también jugó como arquero en el Club Frankfurt. Su esposa asegura que llegó a compartir la cancha con Franz Beckenbauer, el exdirector técnico alemán. Hasta hoy él es un apasionado por el fútbol y es hincha del Club Stuttgart. Tras su pasada por el arco, el hombre trabajó en fábricas de producción de alimentos en varios países europeos y también en Turquía, Siria, Irán y China.
Durante una feria, en Alemania, conoció a Heinfried Kress —fundador de Frutika— quien lo contrató, y en 1994 visitó el país para el montaje de maquinarias. Allí nació su relación con Paraguay, donde tiempo después se quedaría, dejando a un lado los constantes viajes.
Echando raíces
"Él es muy dulce, cualquiera le quiere. Soy feliz a su lado. También es muy creativo y le gusta mucho cocinar, los platos alemanes que hace son muy ricos. Es un maniático de la cocina y yo de la limpieza”, dice con una sonrisa Stella Maris, la paraguaya que hace equipo con Benno en la producción de los encurtidos.
¿Qué es lo que hizo que este hombre que viajó por años sin quedarse demasiado tiempo en un lugar echara raíces en el país? La respuesta es simple y emotiva: Stella. “Nos conocimos en un asado durante el cumpleaños de un amigo mío, cuando trabajaba en Frutika como jefe de laboratorio. Me quedé por ella —sonríe— y también porque me gusta el clima. Soy feliz y no me falta nada. La última vez que viajé a Alemania fue en el 2006, para la Copa Mundial de Fútbol, y después: ‘Chau’”, señala Benno.
Si bien ambos aman cocinar, él tiene además un paladar muy sensible para distinguir los sabores. Entonces es de esperarse que juntos preparen platos para chuparse los dedos. “Lo de Garden Krone —la microempresa de encurtidos que llevan adelante— empezó como un emprendimiento familiar, porque Benno siempre hacía encurtidos para que nosotros los comiéramos. Cuando nos visitaban amigos, nos preguntaban: '¿Por qué no hacen esto para vender?’, cuenta Stella.
Los encurtidos
“Hacemos todo de forma muy casera y artesanal”, afirma Stella Maris, quien trabajó como funcionaria judicial durante 20 años. Los encurtidos son preparados con vegetales a los que se les agrega vinagre para su conservación, y en el caso de las frutas, azúcar. En Garden Krone los pasteurizan, lo que hace que los productos tengan una validez de 18 meses. “El resultado es un producto natural elaborado sin aditivos químicos ni conservantes. Trabajamos con agua y sal. Ninguno de nuestros productos están hervidos, los colocamos frescos en el frasco con este preparado y se pasteurizan. Una vez abiertos, tienen que conservarse en la heladera”, detalla Paola Mendoza, hija de Stella Maris, quien maneja el área de diseño de imagen de Garden Krone y también las ventas.
El Ministerio de Industria y Comercio quiere exportar estos productos, comentan, pero el volumen de producción aún es bajo y la infraestructura necesita crecer. “Nosotros hacemos hasta 300 ó 400 frascos por día con Benno, sin tener personal. Por lo menos dos o tres veces voy a buscar verduras. Después las limpio, las selecciono y hacemos los encurtidos. Él se encarga del preparado para la conservación y de verificar hasta el último detalle. La pasteurización hay que controlarla muy bien para que no pase el tiempo”, explica la mujer.
Uno de los cachorros, Benji, se incomoda. Le hace saber a sus dueños que ya pasó mucho tiempo sin que le presten atención. “Benji, vamos con mamá", expresa Stella. Son 40 años de experiencia de Benno los que se almacenan en estos frascos, cuyo contenido se deshace lenta y deliciosamente en el paladar. Benno aporta la técnica, y Stella, el amor.
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Para saborear
Los encurtidos son preparados de productos de origen vegetal, a los que se les coloca vinagre como aderezo. En el caso particular de Garden Krone, todo es orgánico sin conservantes artificiales, los vegetales y las frutas van frescos en frascos donde adquieren un gusto característico. Entre los encurtidos de Garden Krone disponibles para la venta hay locotes, cebollas, brócolis, zanahorias, remolachas, ajíes y la Ensalada Budapest (una mezcla de cebolla, locote, pepino y ají picante). Esta última aporta un sabor exquisito a cualquier tipo de carne. “Los encurtidos están listos para comer. Se pueden acompañar con una ensalada. El picante, por lo general, se corta en pedazos finitos y se utiliza en caldos, ensaladas, carnes a la parrilla o hervidas. También pueden ir como guarnición o de condimento en salsas. Otra opción es colocarlos en la pizza o pan árabe con queso”, recomienda Paola Mendoza, responsable de imagen y venta de Garden Krone.
Los productos pueden adquirirse en La Candelaria casi Casaccia, en la ciudad de Areguá. Para pedidos e informes, llamar al (0981) 318-360 o al (0983) 634-888.