Por Daniel Ortiz Granada
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El titular del Congreso, Blas Llano, sostiene que los partidos políticos deben apostar por la renovación para ponerse a la altura de los momentos que vive el país. En esta entrevista advierte que, de no ser así, pueden aparecer organizaciones que reivindiquen modelos autoritarios.
–¿Cómo ve al Gobierno de Cartes?
–La ciudadanía tenía una sobreexpectativa que, con el paso del tiempo, va disminuyendo y la percepción es que no fue plenamente satisfecha. Esa percepción ciudadana creo que, desde el Gobierno, deben tratar de cambiar.
–¿Qué le falta?
–Creo que falta más gestión y, tal vez, hasta más libertad a sus principales colaboradores, ministros, presidentes de entes.
–¿Para qué?
–Para desarrollar el programa de gobierno.
–¿Esa falta de gestión es a causa del gabinete técnico?
–En un gobierno es muy importante tener la gente técnica, es decir, la gente que tenga el conocimiento teórico en las distintas áreas, pero también es importante la presencia del elemento político.
–¿Por qué el político?
–Porque el político, en definitiva, nos guste o no, tiene una lectura de la realidad de la gente y es más empírico.
–¿En qué ayuda eso?
–No es tan teórico y es mucho más práctico en la toma de decisiones y en el impulso de ciertas decisiones.
–¿Esta falencia se ve en el Gobierno?
–El primer año de Cartes nos demuestra que tiene que haber, necesariamente, una conjunción del conocimiento técnico con la posibilidad de llevar a la práctica esa teoría.
–¿Debe meter más políticos en su gabinete?
–Eso depende del criterio que tenga. Yo solo expongo mi criterio. El presidente tiene la facultad de hacer lo que él crea conveniente, pero eso es lo que yo creo que hace que no haya tanta gestión.
–¿Hay diferencia entre este año y la gestión de Fernando Lugo como presidente?
–Son situaciones distintas. Durante la presidencia de Lugo el país tuvo unos picos muy altos de crecimiento en el PIB y había una mayor visualización de cuestiones concretas durante su gobierno, a pesar de que también tenía muchas dificultades en la gestión. La falta de gestión muchas veces se debe a las personas, pero sobre todo a que el aparato del Estado paraguayo está diseñado para poner trabas a casi todo.
–¿Cuál es la solución?
–Con el afán de ponerle trabas a la posibilidad de que se den hechos de corrupción en la función pública, en realidad se han puesto trabas a la inversión y a la posibilidad de llevar adelante programas sociales. Se ha burocratizado in extremis el Estado. Eso se dio tanto en el gobierno de Lugo como en este.
–¿Es usted un aliado del Gobierno de Cartes?
–Soy un aliado de todos los proyectos que vayan a beneficiar al pueblo. Es una política que responde a mí mismo y no a Cartes ni a otra persona.
–¿Qué proyectos apoya?
–Las obras de infraestructura viales en general. Estoy dispuesto a acompañar una responsabilidad fiscal de parte de los tres poderes del Estado, de tal manera que aquellos gastos superfluos o no necesarios sean eliminados y redireccionados a programas de carácter social, que es el tercer punto que apoyo, que son los programas que vayan a favorecer a los sectores más desprotegidos.
–¿Qué no apoya?
–No apoyo el sectarismo dentro de la función pública, no apoyo el despido indiscriminado que se ha hecho desde este gobierno a funcionarios, por el solo hecho de no pertenecer al partido de gobierno. No apoyo seguir sosteniendo el estatus quo del Poder Judicial.
–¿Cartes debe dar un empujón en ese sentido?
–No Cartes, pero sí el partido del presidente, y confío en que así sea, porque en definitiva una mala administración de justicia nos perjudica a todos. No comparto el sistema político cultural basado en la prebenda, en el clientelismo político, en la dádiva y en la corrupción institucionalizada como forma de hacer política.
–¿Cómo hará para que su partido apoye esta lucha?
–El partido tiene dos caminos: luchar contra el prebendarismo y el clientelismo y subirse al carro de los que están con una nueva forma de hacer política, o quedarse en el pasado. Esa idea estamos promoviendo al interior del partido y tiene mucho que ver con la renovación partidaria, de los hombres, porque el modelo prebendarista de gestión política está agotado.
–¿Las publicaciones de sueldos forman parte de ello?
–Sí, esta es una situación insostenible y no creo que sea solo de acá, pero en el Congreso se visualizan más las cosas porque es la caja de resonancia de lo que es la sociedad paraguaya. La sociedad ha cambiado y el Congreso tiene que cambiar.
–Dentro del partido, ¿espera resistencia?
–Resistencia va a haber, porque hay gente convencida culturalmente que la política es eso: la prebenda y el clientelismo. No se da solamente en los partidos, se da en juntas, comisiones vecinales, organizaciones sociales, cooperativas.
–¿Eso es grave?
-Sí, lo grave es que si la propia sociedad admite ese sistema de corrupción, después pueden aparecer nuevas organizaciones que reivindiquen otro modelo de Estado y allí ya está en juego la democracia representativa. Cuando las instituciones que hacen a la democracia son socavadas por su accionar y por críticas justificadas de la ciudadanía, y cuando los partidos políticos son socavados por la corrupción, surgen los modelos autoritarios y dictatoriales, de izquierda o de derecha.
–¿Qué signos se dan de la nueva política?
–No podemos aspirar a cambios grandes si ni siquiera somos capaces de signos chicos. Estos pasos se basan en la transparencia y en el control ciudadano y de la prensa libre. El comunicador es demasiado importante. Más de uno habrá caído en el mismo vicio, pero como no se puede hablar de eso, me callo.
–En el caso Portillo, ¿el partido debe sancionarlo?
–Hubo gente que le votó, pero eso no le habilita a hacer cualquier tipo de cosas. Se debe investigar en Diputados. Si se demuestra que hubo dolo, tiene que haber sanción.
–¿Pero a nivel del PLRA?
–Tenemos un tribunal de conducta que podrá investigar.
–¿Es usted candidato presidencial para el 2018?
–Estamos en el 2014, faltan cuatro años. No tengo la más mínima idea de lo que voy a hacer en el 2018.
–¿Está allanando el camino?
–No pensé en eso, ni pienso ni me quita el sueño.
–¿Se arrepiente de haber ayudado a sacar a Lugo de la presidencia?
–Particularmente, como presidente del PLRA, extendí todos los puentes posibles para que Lugo tenga un acercamiento con el Partido Liberal. Lastimosamente no tuve respuesta, mi partido sentía que Lugo no lo tenía en cuenta. Fui criticado por eso.
–¿Que le criticaban?
–Que traicioné la memoria de Eligio Ayala y otros grandes liberales, y que estaba alineado al eje del mal (Chávez, Morales y Correa).
–¿No pudo sostener más?
–Le apoyamos hasta los hechos de Curuguaty, nuevamente le extendimos un puente pidiendo que cambie al ministro del Interior y al comandante de la Policía, pero ni siquiera tuvimos respuesta. Al no recibir respuesta, me quedé sin argumentos para evitar lo que finalmente sucedió, hecho que no fue particularmente de mi agrado. No me arrepiento, pero creo que fue una oportunidad histórica perdida no solamente por el PLRA, sino también por los otros integrantes de la Alianza.