A mediados de febrero, las primeras precipitaciones habían comenzado a causar estragos en varias zonas del país. Así es que pudimos ser testigos del rescate realizado por un helicóptero de la Fuerza de Tarea Conjunta, a cuatro indígenas que habían pasado la noche sujetados a un árbol para evitar ser arrastrados por la corriente, tras el desborde del río Aquidabán en el Departamento de Amambay.
Las intensas lluvias habían provocado la inundación de puentes, caminos y de hasta una Comisaría en la colonia Guavirá; además de eso, muchos hogares quedaron bajo agua y personas tuvieron que aguardar por horas ser rescatadas desde los techos de sus casas. Varias comunidades del pueblo Paî Tavyterâ se hallaron en una situación de emergencia severa, aisladas.
Más recientemente, y tras varios de días de lluvia, el Departamento de Alto Paraguay y extensas zonas de Concepción han quedado prácticamente bajo agua. El distrito de San Lázaro es uno de los que vive una grave situación; así como Puerto Casado, Puerto Sastre y varias localidades más del Departamento de Alto Paraguay.
En Puerto Sastre 300 familias fueron evacuadas a lugares más seguros; los pobladores son en su mayoría productores ganaderos y agricultores. La situación de Puerto Casado es aún más crítica ya que ha quedado completamente bajo agua, y de momento, la subsistencia de sus 7.000 habitantes está en peligro; muchos de sus pobladores se han quedado sin trabajo, dado que la gran mayoría se dedica al negocio del carbón.
La mayoría de los barrios de Puerto Casado se encuentran afectados y la población tuvo que buscar refugio en escuelas y polideportivos, el panorama es bastante desalentador para las familias afectadas por el fenómeno climático que los golpea con fuerza.
Como también ya son una costumbre en el país, las situaciones de crisis, de emergencia o extrema necesidad, se alivian siempre con la solidaridad. En el caso de Puerto Casado son los mismos vecinos quienes asisten unos a otros en este momento de necesidad.
La solidaridad es la respuesta más rápida. Mucho más rápida y eficiente que la acción del Gobierno incluso. Como es bien sabido, el Chaco es una de las zonas más abandonadas; es un territorio con muy escasa presencia del Estado y sus instituciones.
No solamente no cuentan con vías de comunicación de todo tiempo, sino que el acceso de su población a derechos básicos como la salud, la educación y seguridad no están plenamente garantizadas. En las crónicas periodísticas con mucha frecuencia se puede hallar, como anécdotas prácticamente, casos en que ambulancias que trasladan a pacientes graves quedan varadas por el mal estado de los caminos, y pacientes que no logran sobrevivir porque sus dispensarios no disponían de insumos básicos como suero antiofídico. El escaso e irregular acceso al agua potable y energía eléctrica también es una de las negativas características de la vida en el Alto Paraguay.
Las autoridades están abocadas ahora en enviar la ayuda necesaria, cargamentos con colchones, frazadas, chapas, ropas, calzados y alimentos que puedan paliar el momento de gran necesidad. Esta asistencia no solo es necesaria y debe llegar de manera eficiente a todos los damnificados, sin hacer diferencias de ninguna laya y evitando que algún candidato desvíe las ayudas de manera arbitraria e ilícita.
Por sobre todo, debe quedar claro que es inaceptable el abandono a esta región del país, a localidades donde viven paraguayos y paraguayas que tienen derecho a rutas viables, puentes, agua, energía eléctrica, salud y educación. El Estado ya no puede estar más ausente en el Alto Paraguay.