Por Carlos Darío Torres / Fotos: Javier Valdez
Guitarrista y compositor, como solista o junto al trío que conforma con los músicos Chino Corvalán y Gonzalo Resquín, Pedro Martínez ofrece una nueva cara a la música tradicional paraguaya. Un sonido nuevo para los ritmos identificados con la paraguayidad, con el 6x8.
—¿Cómo te definís, artísticamente hablando?
—Soy guitarrista, compositor, arreglador e investigador.
—¿Cuál es tu formación musical?
—Se dio en varias etapas. Arrancó en el Conservatorio Nacional de Música, donde estudié guitarra clásica, además de toda la parte teórica; fue una formación netamente de música clásica. En la misma época comencé a estudiar y a tocar guitarra eléctrica. La música popular era algo que siempre me gustó, entonces me formé mucho tiempo por mi cuenta, rock y otras cosas. Después estudié con varios maestros música popular y jazz.
Dos años después de terminar el colegio, el humanístico en el CEPB, concluí mis estudios de guitarra clásica y de ahí viajé al Brasil. En 2007 me mudé a São Paulo, a estudiar en el Conservatorio de Tatuí, uno de los más importantes de América Latina. Ahí me formé en el curso de MPB & Jazz. Esa formación fue determinante para mi vida musical y para mi carrera. Tuve la oportunidad de estar en contacto y tomar clases con grandes músicos del Brasil, e inclusive compartir escenario con ellos, como con mi maestro Fabio Leal; y sobre todo fue decisivo conocer la música de Hermeto Pascoal. La forma de ver y pensar la música que él tiene fue muy importante para mí; esa fue mi mejor formación en todos estos años. Actualmente estudio en la Universidad Federal de la Integración Latinoamericana (Unila) en Foz de Yguazú, estoy siguiendo la carrera de Licenciatura en Música.
—¿En qué momento descubriste que querías ser músico?
—Cuando entré al Conservatorio Nacional, en el segundo año, a los 15, dije: “Sí, la música es lo mío”. Todo el mundo pensaba en el colegio qué iba a ser de su vida y yo ya tenía claro que sería músico. Esa vivencia en el Conservatorio Nacional, estar estudiando, empezar a tocar rock, subir a un escenario; eso fue lo que me decidió. Tuve la suerte de viajar con mi grupo de heavy metal y empecé a sentir lo que era estar tocando.
—¿Quiénes fueron tus maestros?
—Fueron muchos. Entre los principales para mí están Gustavo Viera y Carlos Schvartzman; con ellos estudié guitarra y jazz, y Sergio Cuquejo, con quien me formé en armonía popular y arreglos.
—¿Tus espejos en la música?
—Siempre escuché muchas líneas y siempre fueron influyentes las personas con las que estudié, principalmente, música popular. Mi profesor fue Gustavo Viera y me iba a escucharlo; era alguien en quien me reflejaba mucho. Otra influencia fue Orlando Bonzi, quien hoy vive en España, un gran guitarrista y un gran compositor. También Juan Cancio Barreto en lo folclórico. Son personas a quienes admiraba, y admiro, en Paraguay.
—¿Te decantaste por la música instrumental?
—Sí. Como no sé cantar, mi línea personal es hacer música instrumental. Hoy estoy componiendo canciones, no porque las vaya a cantar, sino porque estoy haciendo otros trabajos. Aunque instrumental, mi música está ligada a las canciones. Pero mi línea artística como compositor de música paraguaya para guitarra es la instrumental.
—¿Con qué estilo te identificás?
—Artísticamente pasé por varias fases, arranqué tocando heavy metal, después tuve interés por otros géneros, como el jazz, la música brasileña y el folclore, y eso como que me permitió entrar a trabajar como músico acompañante. Toqué con cantantes de pop, música brasileña y otros géneros.
—¿Desde cuándo sos solista?
—Mi carrera solista arrancó en 2006. Tengo dos discos grabados, Macondo y Sonidos del Sur. Tuve el placer de llevar mi música a diferentes países como Brasil, Perú, Argentina y Colombia, además de Paraguay. Hace años vengo investigando y estudiando la música popular tradicional paraguaya y latinoamericana.
—¿Cómo definirías el tipo de música que hacés?
—Definir siempre es un poco complicado. Mi trabajo artístico autoral se encuadra dentro de la música instrumental, teniendo como base principal a los géneros musicales tradicionales paraguayos y algunos ritmos latinoamericanos, utilizando una estética contemporánea.
—¿Apuntás a algún público en especial?
—Yo en lo personal te puedo decir que no pensé apuntar a ningún público en específico, lo que hago lo hago por una necesidad de expresarme como un paraguayo y latinoamericano de mi época. Obviamente, después ves una respuesta y se va formando un público y lo direccionás.
—¿La idea es sustituir al folclore tradicional o complementarlo?
—Jamás podría sustituirse la música tradicional. Desde mi punto de vista no tiene sentido proponer un cambio sobre algo que no conocés; sin conocer la tradición no es posible realizar una propuesta contemporánea.
Yo creo que puede convivir la música tradicional con la moderna. Esto sucede en muchos países de Sudamérica; en Paraguay aún no, con el correr del tiempo tal vez suceda eso o tal vez no.
—¿Cuál es la reacción de los músicos y público tradicionales?
—De mi parte te puedo decir que tuve un gran apoyo de parte de músicos del folclore que admiro muchísimo y que son grandes referentes, como Panchi Duarte, Óscar Pérez, Rigoberto Arévalo, Lizza Bogado, Ricardo Flecha y varios otros. Y del público también tuve buena respuesta; claro, siempre hay personas a las que les cuesta digerir, principalmente la idea de que no se toque el repertorio clásico y consagrado del folclore. Les cuesta un poco escuchar obras nuevas, pero creo que es parte de un proceso.
—¿Ser conservador en política también te vuelve conservador en la música?
—Sin entrar a profundizar, esa afirmación tiene sentido, aunque también se puede ser conservador y hacer un arte transgresor, y viceversa, ser un individuo transgresor que hace arte conservador. El intelectual y músico uruguayo Rubén Olivera habla en un libro de su autoría, de la identidad. Y yo creo que sí tiene que ver con eso, pero también tiene que ver con el tipo de vivencias, específicamente en Asunción, donde creo que tiene que ver más con cuestiones políticas muchas veces.
En el interior es diferente. Ahí las desigualdades sociales no permiten tener acceso a cosas que sí tenemos en la capital. La gente que sí tiene posibilidades de estudiar, de acceder a conocimientos e información, va a buscar otras cosas, y eso hace la diferencia.
Cuando hablo de política no hablo de política partidaria. Yo sí creo que todos debemos tener una postura política. No creo en el que dice que es neutro. Hay que asumir las posturas políticas.
—¿El artista, como tal, tiene que estar políticamente comprometido y reflejar la problemática social?
—En primer lugar, el artista tiene que hablar de su tiempo. Tenés el derecho de no hacerlo, pero me parece que como artista debemos testimoniar el momento en que vivimos.
—Contanos sobre cómo compaginás la vida en pareja con tu carrera de artista.
—Mi esposa es brasileña, es actriz, se llama Marina. Todavía no tenemos hijos. Ella es mi compañera de vida, quien me apoya y está siempre ahí, dándome fuerza para lo que hacemos. Yo también hago fuerza con ella para que siga su carrera artística. Como ambos vivimos del arte, sabemos que tenemos que sacrificar muchas cosas. Ahora mismo hace un mes que no nos vemos.
—¿Podés vivir de la música?
—No aspiro a ser multimillonario. En Paraguay estamos lejos de eso, pero yo vivo de la música desde hace años ya. Con otros amigos llevamos una vida digna como músicos. Existe el prejuicio de que para llevar una vida digna como músico antes tenés que ganar un Grammy o meter 200.000 personas en un concierto. Quiero ayudar a mis iguales a cambiar ese pensamiento. En nuestra sociedad todavía está metido que tener éxito es ser una estrella millonaria.
—¿Cómo te ves en el futuro?
—Sé adónde quiero llegar. Lo que pasa es que cada vez que vas llegando a un objetivo, ves cosas nuevas y como que vas empujando y la meta se va alargando. No me puedo quejar de lo que estoy haciendo. Me va bien. Siempre estoy cumpliendo con las metas que me propongo a corto y a mediano plazo. Y a largo plazo, las fui cumpliendo todas. Creo que mi siguiente paso sería experimentar cosas que todavía no me permití, con la música paraguaya fundamentalmente. Eso sería hacer cosas realmente transgresoras. Sé que me consideran como alguien que está dentro de una movida nueva, pero no creo que sea realmente transgresor lo que llegamos a hacer; se puede hacer mucho más todavía. Ese es el objetivo, pero tampoco voy a parar de hacer cosas cuando llegue ahí. Es un proceso y voy probando cosas.
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Minibío
Pedro Martínez Pino nació en Asunción el 19 de marzo de 1984. “Mis padres son también de Asunción, Pedro Martínez y María Angélica Pino, y tengo dos hermanos. Provengo de una familia de músicos: mi abuelo Victoriano Pino fue director de la banda de la Policía y mi otro abuelo, Cándido Martínez, folclorista y miembro de la banda de la Marina. Por eso siempre estuve conectado con la música. Mis padres y tíos no salieron músicos profesionales, pero sí se hacía mucha música en casa. Mi mamá siempre cantaba y mi padre fue músico hasta su adolescencia; tenía un grupo, pero después se dedicó a otra cosa. En las reuniones familiares se tocaba, se cantaba. Mi padre también fue profesor de guitarra.
Dónde escucharlo:
www.sopundcloud.com/pedromartinezpy
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