Un revuelo causó ayer en el Senado la información sobre la existencia de funcionarios que marcaban por otros usando distintos dedos, y que se haya constatado la manipulación de relojes biométricos.
El senador encuentrista Eduardo Petta comentó los entretelones y las medidas que se fueron tomando a partir de la implementación de los aparatos con los que se pretendía controlar la asistencia.
Refirió que en el 2014 era un secreto a voces que había una gran cantidad de funcionarios que no iba a trabajar, que supuestamente estaban comisionados a otras instituciones y solamente aparecían para cobrar sus salarios.
Indicó que dentro de ese contexto, el entonces titular del Congreso Blas Llano estableció la implementación de los relojes biométricos.
Mencionó que los aparatos daban posibilidad de marcar a través de las huellas dactilares o a través de un código.
“Parecía todo normal, pero volvíamos a tener informaciones que había personas que aparecían a marcar muy temprano, y volvían a las seis de la tarde, y se les acreditaban incluso horas extras. Nos llevó a pensar que había privilegiados o seguían privilegios”, dijo.
“También había denuncias de funcionarios que eran sujetos de descuentos compulsivos injustos, y otros que solucionaban a pesar de no haber venido conversando con el director de Recursos Humanos”, señaló, con relación a Juan Lombardo.
Recordó que justamente hubo mucha resistencia cuando el presidente del Congreso, Mario Abdo Benítez, decidió destituirlo y ubicar en su reemplazo a Miriam Arroquia.
Trajo a colación que la intervención se dio luego de los resultados de la evaluación del Centro de Adiestramiento en Servicio (CAES).
Se dio a conocer una nota de marzo pasado, firmada por Arroquia, quien asumió el 1 del mes mencionado, en medio de incidentes de funcionarios que fueron imputados.
Esta pidió informes a la firma proveedora AYCOM SRL sobre irregularidades y fallas de los aparatos como duplicación de códigos de registro, y que dependiendo del equipo y del dedo aparecían nombres de otros funcionarios.
En su respuesta, la empresa señala que pudo haberse dado una mala carga de datos, y que el sistema permite grabar hasta diez huellas de distintos dedos de cada funcionario.
“Se constata que una misma mano podía marcar dos o tres nombres, y entonces se establece un sistema de marcación paralela a través del número de cédula”, remarcó.
Alegó que esta nueva medida trajo aparejada como resultado que aparezcan funcionarios a quienes nunca se los vio anteriormente. “Evidentemente alguien marcaba por el otro. Hay que determinar cómo incrustaron las huellas de los dedos para registrar a nombre de otro. Ese es el gran desafío”, consideró.