La firma del documento fue posterior al Acta de Foz de Yguazú del 22 de junio de 1966, relacionada a la división en partes iguales, entre los dos países, “de la energía eléctrica eventualmente producida” en un tramo del río Paraná. Sin embargo, la mayor parte de la producción la aprovechó Brasil hasta ahora.
“Las diferencias limítrofes entre ambos países encontraron la solución en una monumental obra para el aprovechamiento de los recursos hidráulicos del río Paraná, perteneciente en condominio a las dos naciones, desde el Saltos del Guairá o Salto Grande de Sete Quedas hasta la desembocadura del río Yguazú”, resaltó la binacional.
Recordó que la rúbrica del instrumento fue en el Palacio de la Meseta, Brasilia. “El documento estableció las bases para la construcción de la mayor planta hidroeléctrica en generación de energía del mundo. Posteriormente, el Tratado sería aprobado primero en el Brasil, por el Decreto Legislativo N° 23 del 30 de mayo de 1973; y luego en el Paraguay, por Ley N° 389 del 17 de julio de 1973. Su entrada en vigor se produjo el 13 de agosto del mismo año con el intercambio de los documentos de ratificación”, rememoró la entidad. Justamente, en 2023 se cumplieron 50 años de vigencia, plazo para la obligatoria revisión del Anexo C, todavía pendiente.