El miércoles el ecuatoriano Fernando Villavicencio, de 59 años, acababa de subirse a su camioneta al finalizar un mitin político cuando los atacantes abrieron fuego. Recibió tres balazos en la cabeza.
Antiguo asambleísta y periodista dedicado a escudriñar entramados de corrupción, el candidato de centro falleció a 11 días de las elecciones del 20 de agosto.
Uno de los presuntos asesinos murió tras un cruce de balas con el equipo de seguridad y otros seis fueron capturados. Según la policía, todos son de nacionalidad colombiana. En una redada encontraron un fusil, una ametralladora, granadas y cientos de municiones. Algunos de los detenidos fueron vistos manchados de sangre, en una fotografía similar a las que las autoridades de Haití divulgaron en julio de 2021.
Entonces fueron 17 ex militares quienes ingresaron a la residencia personal del presidente Jovenel Moïse y lo abatieron frente a su esposa.
La macabra coincidencia deja en evidencia la “especialización” de la delincuencia organizada en Colombia y la extensión de sus tentáculos por el continente, dijo a la AFP Jorge Mantilla, investigador colombiano sobre el conflicto y crimen organizado. Ubicado entre Colombia y Perú, los dos principales productores mundiales de cocaína, Ecuador vivió el primer asesinato de un presidenciable de su historia.
Según explica Mantilla, las bandas de Ecuador dedicadas al tráfico de drogas “adquirieron su poder a partir de trabajar con organizaciones colombianas”. AFP