El Pontífice argentino viaja adonde ningún país del mundo recomienda llegar por su alto índice de violencia y posibilidades de desastres naturales y uno de los más pobres del mundo, con tres millones de personas bajo el umbral de la pobreza.
En su gira por Asia y Oceanía, que comenzó el pasado lunes, será el único lugar donde haga una parada que no sea la capital, ya que viajará a la remota Vánimo, para mostrar los frutos del trabajo de los misioneros.
En Vánimo existe una importante colonia de jóvenes misioneros argentinos, entre ellos el padre Martín Prado, quien invitó al Papa a conocer su misión, y Tomás Ravaioli, quien explica a EFE su felicidad porque Francisco les va a visitar.
“La gente está feliz, porque imagínense que el último Papa que los visitó fue hace 30 años, pero además esta vez viene a Vánimo, que si lo ve en el mapa es un pueblo, tal vez, de los más aislados de Papúa Nueva Guinea y no hay rutas, se llega en lancha o en avión, así que la gente nunca puede ir a ningún lado, entonces que el papa haya querido ir a visitarlos a ellos, es algo que va a pasar a la historia”, explica Ravaioli.
Este sacerdote argentino explica que vivir en este “hermoso paraíso” para ellos es todo un desafío.
“Es un lugar de primera evangelización. Entonces está todo por hacer, es todo nuevo”, aunque “eso sí, desde el punto de vista material es duro, porque se vive con mil privaciones: No hay agua corriente, no hay gas natural y no hay electricidad...”
Además, relata, “la gente por un lado se considera cristiana, pero al mismo tiempo le cuesta muchísimo desarraigar esas tradiciones que arrastran desde hace tantos cientos de años”.
“Ellos esperan que les dé alguna palabra de aliento, son los olvidados, y para nosotros va a significar un gran alivio, porque va a ser un gran impulso que se nos va a dar a los misioneros y a nuestro trabajo también”, añade. EFE