“Quiero expresar nuevamente mi cercanía fraternal con el pueblo de Sri Lanka. Estoy muy cercano al cardenal Malcolm Ranjith Patabendige y a toda la iglesia de Colombo. Rezo por sus numerosísimas víctimas”, señaló Francisco tras concluir en la plaza de San Pedro el rezo del Regina Coeli, que sustituye al Ángelus en tiempo pascual.
“También espero que todos condenen esta violencia injustificable e inhumana”, añadió el Pontífice, que improvisó estas palabras sobre los terribles ataques en el país asiático.
Francisco ya condenó ayer, Domingo de Resurrección, los atentados registrados en varias iglesias y hoteles de Sri Lanka, tras impartir la bendición Urbi et Orbi, cuando expresó su “tristeza y dolor”.
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Sri Lanka vivió un Domingo de Resurrección sangriento cuando se produjeron seis explosiones de forma simultánea hacia las 08.45 hora local en tres hoteles de lujo en Colombo y también en una iglesia de la capital, otra en Katana, en el oeste del país, y la tercera en la oriental ciudad de Batticaloa.
Horas después, una séptima detonación tuvo lugar en un pequeño hotel situado a unos cien metros del zoo de Dehiwala, a unos diez kilómetros al sur de la capital, y la última en un complejo residencial en Dematagoda, también en Colombo.
Además, artificieros del Ejército de Sri Lanka detonaron también el domingo de manera controlada un explosivo localizado en las proximidades del principal aeropuerto internacional del país.
Al menos 290 personas han muerto y otras 500 resultaron heridas en la serie de atentados.
Ataques de esta magnitud no habían tenido lugar en Sri Lanka desde la guerra civil entre la guerrilla tamil y el Gobierno, un conflicto que duró 26 años y finalizó en 2009, y que dejó, según datos de la ONU, más de 40.000 civiles muertos.