La presencia del pontífice se da después de 39 años del histórico viaje de Juan Pablo II, y los gastos que acarrea han generado críticas entre los irlandeses que consideran que ese desembolso es excesivo para recibir al líder, a quien considera una institución bajo sospecha por los miles de casos de abusos sexuales a menores cometidos por el clero en la isla.
La Iglesia católica de Irlanda se comprometió a asumir la mayor parte de esa factura, a través de ingresos obtenidos de donaciones, contribuciones parroquiales y de fondo del programa del Encuentro Mundial de Familias, convocado por el Papa esta semana en Dublín en su novena edición.
El Gobierno, por su parte, deberá hacer frente al gasto de los dispositivos de seguridad y de los preparativos, por ejemplo, de la misa final del domingo en el Phoenix Park dublinés, donde Francisco congregará a 500.000 fieles.
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Solo la limpieza y reparación de esa emblemática zona verde de la capital podría costar varios millones de euros, según ha reconocido el primer ministro, Leo Varadkar, quien declaró la cifra final para toda la visita entre los 10 y 20 millones de euros.
Los medios de comunicación calculan que esa cantidad está ahora más próxima a los 36 millones de euros, es decir, un millón por cada una de las 36 horas que estará el Papa en Irlanda.
Al hilo de la enorme pérdida de prestigio y apoyo que sufrió la Iglesia por los abusos, muchas voces sostienen que ese dinero se podría usar para solucionar algunos de los problemas más urgentes, como la sanidad pública, el sinhogarismo, que alcanzó niveles alarmantes, o la creciente escasez de viviendas, que encareció espectacularmente el precio de venta y alquiler.
La visita del papa Francisco a Paraguay fue entre el 10 y 12 de julio de 2015 y, según la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP), los gastos por esos tres días fueron de G. 10.000 millones. Uno de los mecanismos de recaudación fue la colaboración de bonos por parte de feligreses.
Algunos gastos extra también le causó al Gobierno un problema de imagen, como cuando impuso el pasado mes restricciones en el uso del agua a la ciudadanía -todavía en vigor- ante la peor sequía en décadas y, al mismo tiempo, la cruz papal del Phoenix Park, de 33 metros de altura y erigida en 1979 durante la visita de Karol Wojtyla, que recibía una limpieza a fondo, con ducha incluida.
El Ministerio de Obras Públicas adelantó que el trabajo de acondicionamiento de todo el parque costó casi 1 millón de euros, mientras que el Ejecutivo lo ve como una inversión necesaria para aprovechar la proyección internacional del país durante el viaje de Francisco, que, no obstante, no tiene carácter de Estado.
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“Es un momento muy especial y muchas familias católicas están entusiasmadas. Se estima que unas 30.000 personas participarán en Dublín en el Encuentro Mundial de Familias”, dice a Efe Tony Moroney, director financiero de Veritas, una organización ligada a la Iglesia que tiene tiendas y librerías en toda Irlanda.
Asimismo, recuerda que ya se agotaron todas las entradas para la misa del Papa en el parque y para su visita, también el domingo, al santuario de Knock (oeste), donde orará con 45.000 peregrinos, mientras que el Festival de Familias de este sábado, al que asistirá Francisco, reunirá a más de 80.000 personas en el estadio de Croke Park.
“Nuestras ventas han subido entre un 20 y un 25% y las tiendas están mucho más concurridas. Hemos tenido que contratar a personal extra, hemos publicado nuestros propios libros sobre el papa y tenemos más regalos y recuerdos. Es como durante la Navidad”, destaca Moroney.
En consecuencia, celebra: “esperamos a muchos turistas y los hoteles están ya llenos en Dublín y Knock, por lo que los beneficios superan a los inconvenientes”.