El Congreso no solo viene siendo cuestionado por la decadencia en cuanto a la integración, sino también por el despilfarro y las excentricidades que se vienen dando en el transcurso de los años.
En su plan de ubicar y asegurar a sus operadores políticos, los presidentes de turno del Senado se ingeniaron en adquirir más edificios, utilizando incluso como pantalla el arte y la cultura.
Los senadores, así como también los diputados, se pegan el lujo de hacer contrataciones y nombramientos en cada periodo legislativo, cuyo inicio ocurre cada 5 años.
Siempre hubo cierto recelo para dar la información exacta de la cantidad de permanentes, contratados y comisionados hasta que apareció la ley de transparencia y tuvieron que cargar en sus portales.
El presidente del Congreso actual, Silvio Ovelar, quedó en evidencia días pasados cuando admitió que el “platillo volador”, como se lo conoce coloquialmente al edificio del Parlamento, ya no tenía lugar, por lo que se pensaba en una “nueva sucursal”.
En ese contexto, mencionó una licitación que se estaría poniendo en marcha y que tendría un costo de G. 5.000 millones de guaraníes.
Sin embargo, Beto Ovelar no supo o no quiso precisar el número de funcionarios con que cuenta el Congreso y las distintas sedes, que son varias.
Más espacio. Además del edificio central, en el que se ubican el Senado y Diputados, se cuenta con otras siete sedes, adquiridas justamente para ubicar más funcionarios. De acuerdo con la página web del Senado, en el inventario figura que esto representa un costo equivalente a más de G. 118.880 millones.
En esa misma situación se ubica la Biblioteca del Congreso Nacional, que se podría considerar un acervo cultural, pero eso no le quita que haya servido y siga como un lugar seguro para ubicar a funcionarios y operadores que están más lejos de la lupa.
Lujos. El ex senador Jorge Oviedo Matto, del Unace, fue uno de los que abiertamente consideraban al Congreso como una bolsa de trabajo, y no tenía ningún problema en admitirlo.
Durante su presidencia al frente del Senado, se construyó lo que fue calificado como el quincho de oro, en el patio interno del edificio. Esta obra considerada como un lugar para el ocio tuvo un costo de G. 140.288.500.
La excentricidad del ex parlamentario llegó al punto de la compra de un lujoso piano de cola que habría tenido un costo de G. 1.000 millones.
Estuvo en exhibición en el hall central del edificio del Congreso, en donde era admirado, pero ni siquiera había seguridad sobre la utilización del instrumento musical.
En medio de las críticas, se decidió el traslado del mismo, y por mucho tiempo no se supo de su paradero. Se manejaba la información de que supuestamente fue a parar al Teatro Municipal.
Una de las obras que también había sido bastante cuestionada fue el estacionamiento exclusivo para los funcionarios del Congreso.
De hecho, en el edificio del Parlamento, los senadores y diputados cuentan con espacios para estacionar sus vehículos, y que está ubicado en el subsuelo.
El proyecto estuvo en manos del liberal Blas Llano, pero fue inaugurado por Beto Ovelar, en el 2019, con un costo inicial de G. 36.000 millones. Supuestamente hubo un ahorro de G. 2.000 millones.
Ahora vuelve a estar en el ojo de la tormenta, ya que se considera un privilegio que cuenten con estacionamiento propio, mientras que a la mayoría le espera el tarifado.