Estos son solo algunos de los testimonios de quienes luego de cierto tiempo, pudieron encontrarse con personas conocidas que fueron atrapadas por las garras de la adicción a través del consumo de crac.
En los últimos años, la prevalencia del chespi, sobre todo en las personas de escasos recursos, ha tomado un nivel casi epidémico por la cantidad de adictos; sobre todo los que están en situación de calle.
La característica física de estas personas, que ya son completamente dependientes de esta droga, es la de extrema delgadez, pómulos hundidos, además de la dejadez en su aspecto.
El doctor Daniel Cantero, director del Centro Nacional de Prevención y Tratamiento de Adicciones (Cenptra), describe cómo esta droga va minando el organismo.
Cantero, quien es funcionario de la institución desde el 2006, cuenta que hace 10 años el problema fue agravándose.
“Una de las cuestiones con el crac es que les corta el apetito. Entonces, las personas directamente dejan de comer, dejan de alimentarse. Y es por eso que se ve este deterioro tan marcado, el tema del hundimiento del pómulo, esa disminución de peso en forma tan llamativa”.
La dependencia del estupefaciente genera inquietud y ello trae consigo el aumento de movimiento. Esto también contribuye a que bajen de peso, a lo que suman la escasa o nula alimentación, explica el director del Centro de Adicciones.
Otro efecto del cóctel consumo de crac y nula alimentación es esa apariencia de brazos y piernas torcidas, como si estuviesen rotos.
DENTADURA. Los adictos suelen mezclar el estupefaciente con restos de virulana. Cantero explica que este elemento lleva a un rápido deterioro pulmonar.
“Nosotros le llamamos pulmón de crac. Es la persona que tiene tan deteriorado el pulmón como si fuese un fumador empedernido de cigarrillos de 40 o 50 años”.
La afectación del sistema nervioso central también puede verse en la pérdida de las capacidades mentales.
Una consecuencia que describe el profesional de la salud es la pérdida de dentatura que padecen estas personas.
Según explicó, el uso de las pipas de metal, la virulana y otros dispositivos que usan para fumar, sumado a la falta de alimentación hacen que las encías queden debilitadas y pierdan los dientes.
“Incluso sin que se den cuenta se les caen los dientes por esa pérdida alrededor de toda la estructura ósea”.
Las enfermedades mentales por la falta de dosis también pueden traducirse en paranoia, agresividad, alucinaciones, delirios, etc.
La extrema dependencia hacia la sustancia también tiene otras derivaciones y riesgos. Muchas personas, al ser rechazadas por su familia y su entorno, optan por vivir en la indigencia en donde sea.
De esa manera están expuestas a contraer diversas enfermedades, entre ellas la tuberculosis, de transmisión sexual, respiratorias, etc.
OTRAS SECUELAS. A ello debe sumarse que por conseguir sus dosis caen en la delincuencia, generando todo un drama social en las familias y las instituciones que deben hacer frente al flagelo. Según describió, en dos o tres meses de consumo regular ya una persona podría estar totalmente atrapada por la droga. Agregó además que debido a su menor costo, ha reemplazado a la cola de zapatero.
En el Centro de Adicciones, el promedio de pacientes que reciben para tratamiento está entre los 18 y 25 años. Sin embargo, la estadística indica que entre los escolarizados la edad promedio de inicio es los 12 años. En los niños en situación de calle oscila entre los siete y ocho años.