19 may. 2025

El celo apostólico

Hoy meditamos el Evangelio según San Lucas 13, 22-30.

“Esforzaos para entrar por la puerta angosta, porque muchos, os digo, intentarán entrar y no podrán”. Tratemos de ayudar a los que nos rodean a “entrar por la puerta angosta”, sabiendo que no es algo negativo sino que da entrada a la intimidad divina, ya en este mundo.

Para hablarnos del Reino de los Cielos y de nuestro destino eterno, el Señor se sirvió más de una vez de la metáfora del banquete. Era una imagen muy sugestiva para la mentalidad de los orientales, en concreto de los semitas. Lo hizo sobre todo en la famosa parábola de los invitados al festín, con su invitación no menos famosa a “obliga a entrar” (“compelle intrare”; cfr. Lucas 14, 15 ss.), es decir a convencer a los recalcitrantes que hagan lo necesario para ocupar la plaza que Dios les reserva en la sala del banquete.

En el texto de hoy, encontramos la misma idea, con algunos matices propios. El principal es, probablemente, el carácter definitivo del tema, puesto que, si la puerta se cierra por nuestra culpa, ya nadie podrá abrirla. La afirmación de que la puerta es “angosta” subraya aún más la radicalidad del asunto. En la vida, podemos fracasar en muchos casos, pero nuestra santidad, es decir, la salvación eterna, es esencial, por lo que de ningún modo podemos fallar.

El propósito que podríamos sacar de la meditación de este pasaje es sin duda la necesidad de vivir con mayor celo y dedicación nuestra misión de apóstoles, que nos corresponde en cuanto cristianos. Hemos de proponernos, de manera positiva pero firme, que los que nos rodean se tomen en serio su vida, piensen en su destino eterno y traten de vivir según las enseñanzas de nuestro Señor, tal y como la Iglesia nos las expone. Sólo así darán a sus vidas el sentido oportuno.

(Frases extractadas de https://opusdei.org/es-es/gospel/2021-10-27/).