Marcelo Benítez, obispo de la Diócesis de Caazapá, bajo el tema Cuidar la casa común resaltó que “toda la creación de Dios es hermosa y que fuimos bendecidos con un país con muchas cosas lindas y mucha naturaleza”.
“Tenemos un único planeta, el planeta Tierra. Esta realidad nos exige un celoso cuidado de nuestra casa común y cómo da gusto estar en una casa limpia”, mencionó y resaltó que el ser humano es el custodio de todo lo creado.
En ese sentido, el religioso mencionó que “cada uno de nosotros tenemos ese compromiso de cuidar la naturaleza con sentido de gratuidad y responsabilidad”. Sin embargo, lamentó que “el hombre no está cumpliendo ese rol”. “Cuántos de nosotros estamos cumpliendo este cuidado amoroso, responsable de nuestra casa común”, se preguntó.
Igualmente, el obispo advirtió que “la Tierra está sufriendo dolores de parto” por los modelos de desarrollos económicos actuales “que privilegian solamente las meras ganancias financieras a costa de la destrucción, de la depredación de los recursos naturales y la miserias de los más pobres”.
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En ese contexto, manifestó que el costo de los daños que se ocasionan es muchísimo más alto que el beneficio económico que se pueda obtener. “El valor supremo es la vida, no la acumulación de bienes materiales. Constatamos que no hay un uso responsable y sostenible de los recursos naturales”, cuestionó.
Siguió señalando que solo se busca convertir en mercancía los bienes de la naturaleza sin consideración sobre las consecuencias y los efectos destructivos en el presente y sus consecuencias para las futuras generaciones.
A su criterio, se debe implementar un modo de vida sostenible que haga posible un desarrollo humano integral teniendo en cuenta el cuidado y el enriquecimiento de nuestro medio ambiente.
El modelo que mata la tierra y envenena el aire
“No podemos, hermanos, seguir modelos en el que pocos ganan mucho, se enriquecen y otros no ganan nada o peor se empobrecen”, pidió y lanzó un fuerte llamado de atención al modelo de producción del agronegocio.
El obispo hizo un fuerte llamado de atención al modelo de producción que propone el agronegocio “que mata la tierra, envenena el agua y el aire y deteriora gravemente el ecosistema” llevando a la “destrucción de nuestra casa común”.
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“El agronegocio emplea potentes agrotóxicos, poderosos contaminantes”, advirtió y puntualizó que este sistema no es amigable con el medioambiente y tampoco responde a la realidad de nuestra Nación, ya que “beneficia mucho a unos pocos y lleva hambre y a la miseria de la gran mayoría”.
Un cambio total ante la crisis climática
Siguiendo con su prédica, el obispo de Caacapá dijo que el planeta nos dio un clima estable en el que la humanidad y la naturaleza pudieron florecer por milenios, pero dicha armonía y estabilidad fue alterada por el hombre.
“El colapso climático es una grave amenaza a nuestra seguridad y al mundo natural. Las sequías, tormentas, inundaciones ya son más frecuentes y severas. La escasez de alimentos y agua está causando hambre y conflictos”, describió.
En ese punto, sostuvo que es responsabilidad de las instituciones y del Gobierno, defender a su pueblo de este mal; sin embargo, en la mayoría de los casos se favorecen a los grandes productores en perjuicio de los más pequeños, jactándose del éxito de la macroeconomía.
“Se necesita nada menos que un cambio total de nuestras economías y sociedades. Debemos detener la deforestación y cambiar cómo estamos consumiendo alimentos y cultivamos nuestra tierra”, recomendó ante la crisis climática “causada por sistemas económicos y sociales”.
Para enfrentar esta crisis apuntó a cambiar nuestro patrón cotidiano de consumo y promover la justicia social.
“Los ecosistemas sanos sabemos que regulan el clima, limpian la contaminación, polinizan nuestros cultivos y nos dan agua limpia, medicinas y otros recursos naturales vitales”, prosiguió y acotó que desde 1970 las poblaciones silvestres del mundo fueron disminuyendo en dos tercios.
Además, instó a las acciones inmediatas para conservar, restaurar los ecosistemas y revertir este daño a la naturaleza.
Proteger los derechos territoriales de los pueblos indígenas
Para el monseñor es sumamente importante fortalecer los derechos territoriales de los pueblos locales e indígenas “tan maltratados también como la naturaleza”, que tienen un saber profundo y diverso sobre el uso prudente de los recursos naturales.
Hay que cambiar cuanto antes el sistema de producción. Las prácticas agrícolas, ecológicas y restaurativas pueden darle un refugio a la naturaleza y a la vez ayudar a enfrentar el cambio climático”, reclamó y exigió cuidar el agua.
Así también, abogó por la justicia ecológica para construir un mundo resiliente, equitativo y enfatizó en la necesidad de buscar el modelo que sea más adecuado a nuestra realidad y ecología.