Por Andrés Colmán Gutiérrez
MBURICÁ, ÑEEMBUCÚ
En la entrada al centro urbano de la compañía Mburicá, a unos 22 kilómetros al norte de la ciudad de Pilar, sobre la carretera que conduce a San Juan de Ñeembucú, hay una humilde vivienda pintada de verde, con enormes plantas de Tala, que forman un pintoresco techo vegetal de frescas sombras en el patio.
Allí, sentado en un sillón de cable, está un inmóvil anciano de escaso pelo blanco y enormes bigotes, que mira sin ver el paisaje polvoriento y parece estar esperando algo que nunca ha llegado y talvez ya nunca llegará. Un perro pulguiento echado a sus pies es su fiel compañía.
“Aquí me he quedado solo y entre sombras. Ya no puedo ver nada, apenas distingo algún bulto pero todavía consigo escuchar cuando me hablan fuerte...”, admite el anciano, buscando con un gesto el origen de las voces para responder a su interlocutor.
Se llama Bernabé Barrios y cumplirá 99 años de edad en junio próximo. Es uno de los últimos seis excombatientes de la Guerra del Chaco (librada contra Bolivia entre 1932 a 1935) que aún quedan con vida en el Departamento de Ñeembucú