14 nov. 2025

Despeñadero

“Cuando más alto te encuentras, más fuerte sopla el viento y si no cuidas tus movimientos puedes acabar cayendo por la cuesta por donde ascendiste”, dice un refrán chino. Y agregaría, hay que recordar siempre que los medios usados para ascender son los mismos que acaban por tumbar al poderoso. Santiago Peña podría haber aprendido de la historia de varios gobernantes en esas viejas referencias, pero se rehusó y hoy paga las consecuencias. La revelación de su empleada doméstica se ha convertido en un escándalo de proporciones que amenaza su presidencia. Lo de Yamy Nal, expulsada del Senado es una cuestión menor frente a las revelaciones que desplegó Luz Candado, acusada según ella, injustamente de haberse alzado con unos sobres que contiene dinero. Contó que antes ya había entregado un par de sobres con 200.000 dólares dejados por la residencia presidencial y por la que nunca recibió ninguna propina por haberlos encontrado como le preguntó la primera dama. Con todos los elementos de este culebrón de la corrupción nada puede sacarle a la gente de la sospecha generalizada de que algo huele a podrido en Mburuvicha Róga y que los sobres como los maletines son de ingreso tan frecuente que ya ni donde se dejaron resulta claro. Peña se enfila al despeñadero por sus propios errores, silencios y profundas dudas sobre su honestidad.

Ya cuando apareció la residencia en San Bernardino se prendieron las alarmas. La construcción de dos millones de dólares nunca lo pudo justificar y menos en un terreno que aparentemente no era suyo. ¿Quién pagó la mansión? fue la pregunta pertinente que medio país supo ubicar entre los posibles donantes a uno de los contratistas con el Estado. Finalmente, es parte pequeña los sobres y la mansión de los dos millones de dólares lo que se roba en contrataciones públicas de manera anual según el Banco Mundial y el BID. Le llaman malgasto público por no ser tan directos ni crueles. Se dijo que solo en el programa Hambre Cero (la de los gobernadores y otros) se debe poner el 20% del valor de la compra para cobrar. El principal contratista es un asiduo visitante a la residencia presidencial. Tiene un contrato cercano a los 300 millones de dólares anuales de los que el 20% es casi 60 millones de la moneda norteamericana. Mucho por repartir, desde la cabeza a los pies. El aporte puede venir en cualquier envase o contenido. El monto es enorme y se hace por una buena causa: El hambre de los niños. Sumenles los contenedores en aduanas que entran “en frío” sin pagar los aranceles, lo que se compra en medicamentos para los hospitales o los que construyen rutas y puentes. Estamos hablando de miles de millones de guaraníes diariamente en un sistema perverso que duplica largamente las inversiones anuales en salud y educación

La hermana de Milei es una tonta de capirote con el 3% que dicen les pedía a las farmacéuticas en sus ventas al Estado. Para los nuestros ese monto da para la risa. El mandatario argentino devaluado y golpeado vino por dos días huyendo del desbarajuste de su economía y de la bronca de la gente en las calles para enterarse del monto que reciben los locales. Está para dejar el cargo en cualquier momento. Peña en medio de la tormenta aplicó la vieja técnica de bajar un poco el precio de los combustibles porque no había forma de encauzar el lío por alguna cacería del EPP y además, se marchó del país por 5 días. Sin embargo, no podrá huir de sus fantasmas y de la clara percepción ciudadana de que algo turbio y sucio lo rodea en el ejercicio de la presidencia. Poco podrá hacer el Ministerio Público cuyo titular debe defender los intereses de la sociedad, pero que pasaba más tiempo conversando con el presidente al punto de perder sus anteojos en una de las tantas visitas. El Congreso no tiene los votos para el juicio político y solo quedarán las calles para dirimir esta lamentable controversia con la legalidad y la honestidad.

El despeñadero ya ha sido visto por el presidente y aunque simule y haga parecer que no le importa lo que pasa, hay un país detrás que lo empuja hacia el mismo. Tiene que admitir culpas y reconocer sus errores. Estuvo muy mal lo de los polígrafos en manos de militares donde su asesor jurídico tendría que haberle dicho los costos legales que eso suponía. Mal en endilgar un robo a su personal doméstico y no denunciarla a la Policía y a la Fiscalía. Claramente no lo hizo porque eso lo forzaría a explicar el origen de los sobres con miles de dólares. Alguien que vino del directorio del BCP, fue ministro de Hacienda, trabajó en el banco Basa y fue accionista del banco ueno no confiaba en el sistema y guardaba los sobres en el quincho. Peña aún sigue en groggy mientras incluso en su entorno y tras bambalinas extienden los brazos para empujarlo al despeñadero. No tiene salida.

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