15 may. 2024

Desgarrador testimonio: “Avión con drogas mató a mis hijas y a mi nieto”

En julio de 2014, una avioneta cayó y mató a dos mujeres y un niño, en Capitán Bado. La mamá, Ignacia Ayala, dice que la aeronave llevaba cocaína y la carga pertenecía a Rubén Chicharõ Sánchez.

Por Andrés Colmán Gutiérrez

PEDRO JUAN CABALLERO

En su momento se había reportado sólo como un trágico y curioso accidente: En julio de 2014, una avioneta se precipitó a tierra en la zona de Capitán Bado, Amambay, cayendo sobre dos mujeres y un niño que viajaban en moto por un camino vecinal, quienes fallecieron al instante.

Seis meses después de aquel terrible suceso, Ignacia Ayala Casco, la mamá de las dos mujeres y abuela del niño fallecido, se anima a contar la parte que en su momento no se reveló: la aeronave estaba llena de bolsas de cocaína, rescatadas antes de que llegue la policía y supuestamente pertenecían al conocido diputado colorado suplente por Amambay, Carlos Rubén Sánchez, alias Chicharõ.

En una de las salas del Palacio de Justicia de Pedro Juan Caballero, por donde ella transita esperando respuestas a su reclamo, Ignacia acepta contar su desgarradora historia y permite que se la grabe en video, a pesar de que varias veces fue amenazada de muerte si no se callaba.

“Ya no tengo nada que perder, me arrebataron a mis dos queridas hijas y a mi adorado nieto. ¿Qué más me pueden sacar?”, dice la mujer, con voz dura y quebrada, mientras inicia su relato en guaraní.

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LA CAÍDA. El martes 22 de julio de 2014, Celia Raquel López Ayala (19) y su marido Adilson Deip viajaron desde la colonia Aguará Vevé donde vivían, hasta Capitán Bado, distante a 50 kilómetros, a bordo de dos motocicletas, llevando consigo al pequeño hijo de ambos, Robinson Deip (2) y a María Isabel (18), hermana menor de Celia, en busca de provisiones.

Regresaron al atardecer y estaban por cruzar el puente sobre el arroyo Piray, en la zona de Cadete Boquerón, cuando vieron que una avioneta pasaba realizando vuelos rasantes, dando vueltas como si el piloto estuviera perdido.

“Mi hija Celia iba en una moto con su hermana Maria Isabel y el pequeño hijo en medio de las dos. En la otra moto iba mi yerno, Adilson. Al ver el avión se quedaron, pero Adilson les dijo que se apuren porque ya estaba oscureciendo”, recuerda Ignacia.

Fue en ese momento cuando la avioneta hizo un viraje y se les vino encima. Adilson se tiró al suelo, viendo con impotencia como la máquina caía encima de la moto en donde iban su esposa, su hijito y su cuñada, aplastándolos con gran impacto.

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“La hélice les despedazó a mis hijas. Mi nieto cayó desnucado. Todos los vecinos acudieron”, recuerda Ignacia.

LA CARGA. Adilson Deip contaría luego que uno de los primeros en llegar fue un primo suyo, Aristeo Escobar, quien en lugar de prestarles auxilio, se mostró más preocupado por rescatar al piloto de la avioneta y verificar qué había pasado con la carga.

“Mi yerno vio que había varias bolsas adentro, cargados con droga, cocaína. En seguida llegaron dos camionetas Chevrolet S10, una de color negro y otra de color plateado, con varios hombres armados. Todos les conocíamos, eran Jorge, Denis y Mané Rojas, los secretarios de Rubén Sánchez, al que le llaman Chicharõ”, cuenta la mujer.

Los hombres le sacaron el teléfono a Adilson, mientras cargaban las bolsas con droga en las camionetas. Antes de marcharse llevando al piloto, amenazaron a los vecinos para que no digan nada del cargamento y devolvieron el celular a Adilson, quien pidió auxilio. Cuando llegaron, la policía y el fiscal Leonardo Cáceres, solo hallaron la avioneta vacía.

La aeronave tenía matrícula ZP-BAJ y según la Dirección Nacional de Aeronáutica Civil (Dinac), figuraba a nombre de Valerio Eleuterio Sánchez Menesses. La licencia había vencido en octubre de 2012.

ENTREVISTA. “Durante el velorio recibí mensajes de Rubén Sánchez, desde la cárcel de Tacumbú, donde estaba preso, pidiendo que no hagamos ninguna denuncia y que vayamos a hablar con él para arreglar”, cuenta Ignacia.

El 16 de agosto, la mujer viajó a Asunción y entró a la Penintenciaría -está anotada como la visitante mujer número cinco- a entrevistarse con Chicharõ, a quien conocía desde niños, ya que habían crecido juntos como vecinos.

“Yo no le pedí dinero ni compensación alguna, solo quería saber si el avión y la carga de droga eran realmente de él, pero él me negó, me dijo que el avión con la droga era de su socio, que también estaba preso, pero que no podía hablar con él, porque estaba castigado”, relata Ignacia.

“Yo le dije a Rubén: Ustedes no perdieron ni un kilo de su droga, recuperaron todo. Yo perdí a mis hijas y a mi nieto. Sé que fueron tus secretarios los que vinieron a buscar la droga y que a Aristeo le dieron una camioneta nueva como premio. No me vas a engañar”, relata la mujer.

Dice que el político colorado le aseguró que todo se iba a solucionar, le volvió a pedir que no presente ninguna denuncia y que en 15 días iba a llamarle su socio “para arreglar”. Con esa promesa se despidieron. La mujer acudió a la fiscalía e hizo las denuncias solo contra los hombres que retiraron la droga, pero no mencionó a Chicharõ.

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AMENAZAS. Tras la entrevista en Tacumbú, Sánchez no se volvió a comunicar con Ignacia y su familia.

“Pocos días después, el salió en libertad, probablemente no quería que hagamos la denuncia para no perjudicarle, porque ya tenía arreglado para salir libre”, piensa Ignacia.

Sánchez había sido detenido en setiembre de 2013 por agentes de la Secretaria Nacional Antidrogas (Senad), por una orden de captura internacional por lavado de dinero en Brasil. La versión del organismo antidrogas es que es uno de los principales colaboradores del capo narco Luis Carlos Da Rocha, alias Cabeza Branca. En setiembre de 2014 salió con medidas alternativas de prisión.

“Desde entonces, recibí varias amenazas. Un secretario de Rubén vino a mi casa y me dijo que está muy enojado, que me van a matar. Recurrí a la justicia y le dí poder a un abogado, quien parece que negoció con ellos. Ahora tengo otro abogado, el doctor Ramón Cantaluppi. Solo espero que se haga justicia y se pueda acabar con el narcotráfico, que causa mucho dolor a tantas personas humildes”, finaliza Ignacia.

El motor del avión fue “recuperado” de la Fiscalía

El llamativo caso de la narcoavioneta que aterrizó sobre los tripulantes de una moto y les quitó la vida, tuvo otros detalles aún más pintorescos.

La aeronave había sido trasladada hasta el depósito de evidencias del Ministerio Público, en el barrio Santa Ana de Pedro Juan Caballero, de donde, en la noche del viernes 15 de agosto de 2014, le fue sustraído el motor.

Las cámaras de circuito cerrado se pudo ver al propio sereno de la Fiscalía, Aldo Recalde, ingresando a extraer el motor, en una operación que le llevó cerca de media hora. Luego entran seis personas y lo retiran a bordo de una camioneta Volkswagen Saveiro y otro auto de color blanco. También un policía, Antonio Amarilla, resultó implicado en el robo.

Para el juez José Valiente, de Pedro Juan, lo que hubo fue una “entrega” para que los narcotraficantes puedan recuperar su motor, al igual que recuperaron la droga.

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