24 abr. 2024

De un día para otro

Alfredo Boccia Paz - galiboc@tigo.com.py

De un día para otro y desde los andenes del metro de Santiago un estallido social derribó el mito del triunfalismo económico chileno. Tanta violencia en las calles no puede explicarse solo por el aumento de treinta pesos en el costo del pasaje. Hay que buscar causas más profundas, quizás de treinta años atrás.

Centenares de analistas se volcaron a indagar el motivo por el que una economía que muchos consideraban como el modelo a seguir fuera contestada de modo tan estrepitoso. La tarea no es fácil, pues las protestas callejeras actuales dejaron de ser como las de antes. Hoy basta una chispa inicial y la volatilidad de las redes sociales convoca a miles de ciudadanos furiosos. Solo que no todos protestan por lo mismo. Los chalecos amarillos se adueñaron del centro parisino con exigencias que no tenían nada que ver con las de los independentistas catalanes que casi quemaron Barcelona. Incluso en Sudamérica, las movilizaciones no son iguales. En Ecuador son los indígenas; en Bolivia, los resultados electorales. En Chile, algo más que el aumento del pasaje.

Lo que tienen en común estas protestas es que son veloces, sin interlocutores claros con quienes negociar y espontáneas. Puede haber oportunismo de ciertos grupos organizados que se montan al potro de la cólera colectiva, pero es absurdo plantear que estos levantamientos populares se originan en una conspiración externa. Es siempre atractivo buscar explicaciones simples a estos conflictos. Lo hizo Piñera al decir que su Gobierno “está en guerra contra un enemigo poderoso e implacable”, sin citar nombres, pero sugiriendo la injerencia del eje cubano-venezolano. También lo hizo Maduro al fanfarronear que estaba “cumpliendo a la perfección el plan del Foro de São Paulo”.

Las respuestas deben buscarse en el propio Chile, un país con cifras macroeconómicas brillantes, que crece hace décadas, pero que ha empezado a sentir, como toda la región, el fin del periodo de auge de los commodities y el agotamiento de la hegemonía de medidas neoliberales. En Chile a los ricos les va muy bien, pero a los que no lo son, la plata no les alcanza. Y no porque las cifras de pobreza hayan aumentado notablemente. Es que el modelo adolece de un defecto, ese que cuesta tanto pronunciar: la desigualdad.

Chile, pese a su riqueza es un país increíblemente desigual. Una élite económica y política disfruta de un desarrollo de primer mundo mientras la mayoría de la población se ve acogotada por salarios bajos, servicios públicos caros y excluyentes, un sistema jubilatorio independiente que no alcanza para vivir y una desaprobación política muy alta. La gente se enerva porque aprendió que tiene derechos que le son negados, mientras sus políticos gobiernan para una minoría a la que le va demasiado bien. Lo sabido: la pobreza indigna, pero la desigualdad subleva.

Mire usted qué curioso: el Paraguay es mucho más pobre que Chile y aun más desigual. El Gobierno de Piñera está más firme que el de Mario Abdo. Sin embargo no tenemos violencia. Por eso perdemos tiempo discutiendo disparates como la “agitación foránea” o la reelección presidencial. De un día para otro, nos despertaremos con barricadas ardientes y nuestros políticos pondrán una estúpida cara de sorprendidos.

Más contenido de esta sección
Las ventas al público en los comercios pyme de Argentina cayeron un 25,5% interanual en febrero pasado, golpeadas por la pérdida de poder adquisitivo de los consumidores a causa de la elevadísima inflación, y acumulan un declive del 27% en el primer bimestre del año, según un informe sectorial difundido este domingo.
El mandatario decidió crear el fondo nacional de alimentación escolar esperando un apoyo total, pues quién se animaría a rechazar un plato de comida para el 100% de los niños escolarizados en el país durante todo el año.
Un gran alivio produjo en los usuarios la noticia de la rescisión del contrato con la empresa Parxin y que inmediatamente se iniciaría el proceso de término de la concesión del estacionamiento tarifado en la ciudad de Asunción. La suspensión no debe ser un elemento de distracción, que nos lleve a olvidar la vergonzosa improvisación con la que se administra la capital; así como tampoco el hecho de que la administración municipal carece de un plan para resolver el tránsito y para dar alternativas de movilidad para la ciudadanía.
Sin educación no habrá un Paraguay con desarrollo, bienestar e igualdad. Por esto, cuando se reclama y exige transparencia absoluta en la gestión de los recursos para la educación, como es el caso de los fondos que provienen de la compensación por la cesión de energía de Itaipú, se trata de una legítima preocupación. Después de más de una década los resultados de la administración del Fonacide son negativos, así como también resalta en esta línea la falta de confianza de la ciudadanía respecto a la gestión de los millonarios recursos.
En el Paraguay, pareciera que los tribunales de sentencia tienen prohibido absolver a los acusados, por lo menos en algunos casos mediáticos. Y, si acaso algunos jueces tienen la osadía de hacerlo, la misma Corte Suprema los manda al frezzer, sacándolos de los juicios más sonados.
Con la impunidad de siempre, de toda la vida, el senador colorado en situación de retiro, Kalé Galaverna dijo el otro día: “Si los políticos no conseguimos cargos para familiares o amigos, somos considerados inútiles. En mi vida política, he conseguido unos cinco mil a seis mil cargos en el Estado...”. El político había justificado así la cuestión del nepotismo, el tema del momento.