31 may. 2025

Culpable de escribir

No sé cómo ni por qué, mi nombre aparece envuelto en estos días en publicaciones periodísticas que insinúan una presunta irregularidad en el uso de 70 millones de guaraníes provenientes de la entidad Binacional Itaipú, entregados al Sindicato de Periodistas del Paraguay (SPP) para apoyar la creación de una Biblioteca Municipal con el nombre del asesinado periodista Santiago Leguizamón, en la ciudad de Pedro Juan Caballero, entre otros fines.

Colegas y amigos llaman a preguntar por qué 300 libros de mi autoría aparecen entre los textos donados por el SPP, comprados con dinero de Itaipú. En medios radiales me entrevistan pidiéndome aclarar qué participación tengo en el “presunto negociado”. Como la confusión está instalada, cuento mi versión.

Días antes de cumplirse 20 años del asesinato de Santiago Leguizamón -ocurrido el 26 de abril de 1991-, el ministro de la Secretaría de Información y Comunicación (Sicom), Augusto Dos Santos, me preguntó por teléfono si -en mi carácter de coautor del libro de historietas Mediodía en la Tierra de Nadie, que narra la vida y el asesinato de Santiago- aceptaría participar de la inauguración de una biblioteca en Pedro Juan y dirigir una breve charla a estudiantes. Miembros de la familia Leguizamón también estaban invitados.

Dije que sí. Aunque mantengo mis conocidas posturas críticas ante algunas acciones (o falta de acciones) del actual Gobierno, me pareció una excelente iniciativa que la memoria de Santiago sea rescatada en una casa de libros. No pedí, ni tampoco me ofrecieron, retribución económica alguna. El 3 de mayo, Día de la Libertad de Prensa, junto con Sebastián y Fernando Leguizamón, hijos menores de Santiago, viajamos a Amambay. En la inauguración de la biblioteca mantuve una grata charla con una entusiasta cantidad de jóvenes. Luego visitamos el lugar donde mataron a Santiago y su antiguo estudio en Radio Mburucuyá.

Me sorprendió gratamente hallar entre los libros donados una gran cantidad de ejemplares del álbum de historietas que en 2005 publicamos con el genial dibujante Enzo Pertile, con sello de la Editorial Servilibro. Los libros no los comercializamos los autores, sino la casa editora, que en el momento de la edición inicial cumplió abonándonos los derechos.

Ahora leo publicaciones en el diario colega ABC Color y en otros medios, que abren un manto de sospechas acerca del dinero de Itaipú girado al SPP, y me incluyen por el hecho de que nuestros libros están allí. Espero que se investigue a fondo y se aclare debidamente..., pero también sé que habito en el Paraguay, un país en el que uno siempre tiene la permanente sensación de ser culpable de algún delito que nunca sabe cuál es ni cuándo lo cometió. ¿Será que escribir libros ya es un delito?