Crítica del intendente a la prensa refleja carencia de argumentos

Con bravuconadas no se podrán encubrir las dolorosas realidades de la capital del país. Esta es una afirmación que el actual intendente Óscar Rodríguez, no puede rebatir; ni con fanáticos discursos, ni con ofensas, ni generalizando descalificaciones a la prensa. Ser la caja de resonancia de las inquietudes ciudadanas es lo que hacen a diario los medios de comunicación, al mismo tiempo que ejercen su derecho a la libertad de informar. Las críticas y protestas, y saber aceptarlas, nos hablan por sobre todo de la salud del sistema democrático.

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Como una respuesta ante el aluvión de críticas formuladas masivamente hacia su gestión, principalmente referidas a la notoria falta de conservación del patrimonio arquitectónico de la ciudad, y el de decadencia del microcentro de Asunción, el Óscar Rodríguez lanzó críticas a la prensa.

“No veo que exista otro país que tenga una prensa que le odie tanto a su país, porque ellos mismos se encargan de tirar —con el perdón del término— de tirar mierda”, apuntó en el marco del acto de un congreso de comisiones vecinales de Asunción.

Intentando desentrañar una explicación de la actitud del lord mayor de la ciudad, y de sus improperios, puede deberse al hecho de que durante las últimas semanas se ha puesto en evidencia a través de los medios de comunicación la forma en que varios edificios históricos han ido desapareciendo, derrumbados por el abandono o por acción de maquinarias. Esta situación genera preocupación desde hace tiempo pero esta vez desató un verdadero tsunami de críticas, pues los derribos se hacen a la luz del día y en las narices de las autoridades municipales.

Lo que el intendente no logra comprender es que hay una sociedad preocupada por la pérdida de nuestro patrimonio histórico, así como por el estado en que se encuentra nuestro microcentro. Óscar Rodríguez puede expresar su enfado con la prensa, puede protagonizar berrinches e incluso encerrarse en su burbuja negacionista, pero con eso no podrá borrar la realidad de un centro de la capital del país con locales comerciales vacíos, principalmente debido a los elevados costos inmobiliarios, la inseguridad y la falta de medidas de apoyo y respaldo para revitalizar el Casco Histórico de la ciudad, por parte de la Comuna y del Gobierno central.

Alguna vez fue conocida como Madre de Ciudades, pero eso fue hace ya mucho tiempo. Hoy a Asunción le ganó el abandono, pero este abandono no es solamente material. Es notoria la falta de autoridades municipales gestionando los problemas de ciudad, que sean capaces de proyectar soluciones a los obstáculos e inconvenientes actuales y también tengan el compromiso para diseñar e iniciar los planes para una Asunción del futuro.

La única gestión que se puede observar, tanto de la Intendencia como de la Junta Municipal, son reacciones a coyunturas puntuales.

No se ve que nuestras autoridades se reúnan para planificar la Asunción del mañana; no se ve que estén discutiendo cómo mejorar el tránsito o cómo gestionar el problema de la contaminación o de los residuos, ni la urgencia de contar con más espacios públicos verdes no solo por una cuestión urbanística sino de la salud de la población.

La actual ola de críticas a la gestión municipal deviene del abandono del centro. Es bien sabido que este estado de abandono no se debe exclusivamente a una situación de inseguridad, también hay otros factores relevantes como son los elevados costos inmobiliarios y la falta de incentivos y ayudas para los propietarios de los edificios que conforman nuestro modesto patrimonio histórico.

El intendente de Asunción podría ser el elemento que aglutine y reúna a todas las fuerzas que, juntas, podrían llegar a encontrar una solución, pero para eso Óscar Rodríguez debe aprender a escuchar y, sobre todo, ser más serio y menos visceral en sus reacciones.

También debe saber que la prensa como dice él, no odia al país. Lo que ciertos sectores de la prensa condenamos es la incapacidad y la mentira de los funcionarios públicos, de aquellos que tienen en sus manos la responsabilidad de gestionar los recursos públicos para proporcionar mejor calidad de vida a la población.

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