Mágicos personajes, colores cálidos, creativos collages inspirados en cuentos y hacedores de historias que invitan a soñar, son parte de la exposición de arte infantil Mercado Ñemi, El secreto de la Reina sin nombre, que se encuentra habilitada en la cúpula del Museo Nacional de Bellas Artes (Eligio Ayala casi Pa’i Pérez).
La muestra reúne 22 obras de gran formato, creaciones de cincuenta niños, de 6 a 15 años, de la zona de Trinidad y Tablada que asisten a los talleres de arte del Centro Municipal N°2 Oñondivepa. Las obras están dispuestas en una secuencia narrativa que cuenta la historia “del mercado de los susurros, gobernado por una reina sin nombre”.
La idea nació cuando los niños visitaron una muestra dedicada a Ignacio Núñez Soler en el Museo de Bellas Artes a principios de este año. “Los chicos quedaron fascinados con el de Soler, y de ahí se inspiraron para hacer su propio mercado (Ñemi). Los personajes son muy particulares, raros, mágicos. El lugar es fantástico en sí, donde hay animales de 7 patas o con dos cabezas”, explica la profesora Carla Da Costa, una de las docentes del área de plástica en el proyecto de arte para niños del citado centro ubicado en el barrio Trinidad.
Da Costa comenta que los niños crearon sus propias historias, las cuales figuran en un librito artesanal que es como un catálogo realizado por ellos mismos (se prepararon 80 y son para los visitantes, en especial para niños), en el que se puede leer más acerca de los secretos divertidos de este mercado, que se conecta con los grandes mercados del mundo a través de un laberinto mágico.
“En ese lugar, no existe el dinero y lo que vale son las ideas. Resulta una metáfora inspiradora, pues la mayoría de los chicos son de escasos recursos, incluso algunos afectados por la crecida del río, quienes a través del arte crearon un mundo maravilloso y plural, donde los medios materiales no son limitantes”, explica Da Costa, quien comparte la enseñanza con Anahí Ferreira.
Los cuadros y collagesestán hechos con todo tipo de materiales reciclables, incluso los marcos, como vasitos de yogurt, pedazos de cartón, isopor, diarios, cartulinas y telas. “Utilizamos todo lo que encontramos y sea reutilizable”, dice la docente, y agrega que están abiertos a recibir donaciones de materiales para los talleres, así como pinturas, y sobre todo, purpurina y pintura dorada, “que es más difícil de compartir entre los niños”; un sistema que aplican con frecuencia “ya que pintan y crean en grupo”.
Sin embargo, la docente remarca que “lo más importante para ellos es que la gente reconozca su trabajo, vea sus obras y reciban atención positiva, incluso que las compren o pidan para que las expongan en otros espacios. Ellos tienen talento y se potencian trabajando juntos”, afirma.
Da Costa confiesa que está muy contenta por la iniciativa y motivación de los alumnos, y destaca que ellos mismos se anotan en los cursos. “Son responsables y dedicados. Estamos muy orgullosos de estos niños, que ante la adversidad y falta de recursos, responden con creatividad, ingenio y muchas ganas de crear belleza”.
La exposición estará habilitada todo noviembre, de martes a viernes, de 8.00 a 18.00, y sábados de 8.00 a 14.00.