Con la pierna izquierda vendada, Ángelo Benítez, de 2 años, está esperando para su control en la antesala de los consultorios del Centro Nacional del Quemado; sin embargo, deberá seguir tratamiento continuo hasta los 18 años por una quemadura sufrida en un accidente doméstico, seis meses atrás, cuando tropezó con el brasero en el que el agua ya estaba hirviendo y cayó sobre él. Este es uno de los tantos casos de quemadura accidental que afecta sobre todo a los niños pequeños. Ante el incremento de accidentes como este, el Hospital del Quemado ya no da abasto.
La madre de Ángelo, Liz Karina Alonso, explicó que físicamente su pequeño está mejorando con el tratamiento, pero que tiene secuelas sicológicas, por el miedo y el susto que pasó. “Por las noches se despierta al menos dos veces llorando y diciendo que le duele y que se quema. El dolor ya pasó más, pero se quedó con ese temor”, señaló. Durante su tratamiento fue poco el gasto que debió cubrir la familia, aunque ahora debe llevar un tipo de protector de silicona para la herida, una crema y el vendaje que se le cambia cada 15 días.
El caso de Ángelo es uno de los ejemplos de lo que se quiere evitar y se realiza un pedido insistente a los padres o cuidadores de no utilizar braseros en el interior de la vivienda ni donde tenga acceso el niño. Tampoco permitir que pase cerca de la cocina en uso ni donde haya fuego y agua caliente.
Las quemaduras con bombas en las celebraciones de Navidad y Año Nuevo son situaciones que en esta época saturan el servicio, por lo que se inició la campaña de concienciación Cero quemados por bombas en estas fiestas para evitar daños irreversibles tanto en niños como en adultos.
Durante todo el año, el centro de referencia trabaja al límite, con el poco espacio en las instalaciones que desde hace un tiempo requieren con urgencia el traslado al viejo Clínicas, donde se podrá ampliar el doble el número de camas habilitadas que son 26, 5 de terapia, dos de ellas pediátricas. En los dos quirófanos se realizan hasta 12 cirugías diarias, explica el licenciado Luis Silvera, director administrativo del centro asistencial.
En caso de que en estas fiestas aumente el número de pacientes, estos deberán ser derivados en compañía de los especialistas de la institución. Los pacientes aseguran que la atención es buena, aunque deben comprar muchos insumos y hasta medicamentos. Sofía Aguilera ya pasó por tres cirugías en la rodilla por graves quemaduras y un accidente que empeoró su situación, en las que gastó más de G 1.500.000 (500.000 en cada una); espera una cuarta en la que aún no sabe cuánto gastará. “Vengo de Villeta dos veces a la semana; atienden bien, pero se gasta mucho”, señala.
Cada vez se dan más casos y no solo en temporada invernal, dijo Luis Silvero, director administrativo del centro asistencial. El tratamiento de un paciente quemado puede durar como mínimo 3 meses y es tan costoso como uno que sigue un paciente con cáncer.