CIUDAD DEL ESTE
Bajo la luz del sol que entraba por los vitrales de la Catedral San Blas, el murmullo de la emoción se mezclaba con las notas del órgano. Vestidos blancos, ramos de flores, trajes oscuros y miradas cómplices colmaron los pasillos del templo más emblemático de Ciudad del Este. Allí, 28 parejas decidieron dar el “sí” más importante de sus vidas.
El matrimonio comunitario, organizado por la Fundación Santa Librada en coordinación con la comunidad parroquial local, reunió a parejas de distintos barrios. La ceremonia, presidida por el obispo de la Diócesis de Ciudad del Este, monseñor Pedro Collar Noguera, junto al padre Darío Britos y un grupo de sacerdotes, fue el broche de oro de semanas de preparación dentro del programa Sagrada Familia, una iniciativa que busca fortalecer los lazos familiares y promover la unión sacramental en todo el país.
Entre los nuevos esposos se encontraban Edelio Martínez y Cristina Sanabria, quienes compartieron la historia de su encuentro, un amor que nació en las redes sociales y creció con la fuerza de lo inevitable.
“Nos flechamos mutuamente”, contó Edelio con una son- risa que delataba nervios y felicidad. “Hoy es el día más importante para nosotros. Agradecemos a Dios y a la Fundación Santa Librada por permitirnos cumplir este sueño”.
Otra de las parejas, Alberto Insfrán y Ana Cardozo, llegó al altar con una historia de amor forjada en el tiempo. Vecinos del kilómetro 11 Monday, llevan más de trece años juntos y tienen tres hijos. “Siempre soñamos con formalizar nuestro amor ante la Iglesia, pero por una cosa u otra lo postergábamos”, relató Ana, mientras sostenía su ramo con las manos al asegurar que con esta celebración por fin pudieron cumplir un sueño familiar largamente acariciado.
El eco de esas palabras se reflejaba en las sonrisas de otras parejas que, entre lágrimas y abrazos, daban un paso decisivo en sus vidas. Algunas, jóvenes y radiantes, otras, con el brillo sereno de quienes han compartido décadas de historia. Todas unidas por el sentimiento de fe y amor.
GRANDEZA DEL AMOR. Durante la homilía, monseñor Pedro Collar Noguera dirigió a los recién casados un mensaje profundo sobre la grandeza del amor conyugal y la responsabilidad del compromiso cristiano. Dios es amor –comenzó el obispo–, y “donde hay amor verdadero, allí está Dios. Este sacramento que hoy ustedes reciben no es solo una formalidad, sino una alianza divina. Porque cuando un hombre y una mujer se aman, se perdonan y se sostienen mutuamente, Dios mismo habita en medio de ellos”.
El obispo invitó a los esposos a cultivar el amor con humildad y perseverancia, advirtiendo que el matrimonio no se sostiene solo con palabras o emociones pasajeras, sino con una entrega constante. “El amor no es egoísta –continuó–. No busca el propio interés. Amar es servir, es cuidar al otro, es renunciar a uno mismo para ver al cón- yuge feliz. Cuando uno busca el bien del otro, cuando hay diálogo y comprensión, el hogar se convierte en una pequeña iglesia, una casa donde reina la paz de Cristo”.
Collar reflexionó también sobre los desafíos de la vida moderna, que muchas veces empujan a las familias a descuidar su centro espiritual. “Vivimos en un mundo que valora lo superficial, que muchas veces propone una cultura del descarte. Pero el amor cristiano va contra esa corriente, es fiel, paciente, fecundo. El matrimonio no es una carga, sino un camino de gracia que se recorre de la mano de Dios”.
El prelado dedicó parte de su homilía a explicar las grandes finalidades del matrimonio cristiano, el bien mutuo de los esposos, la generación de la vida y la educación de los hijos. La primera misión del matrimonio –dijo– es buscar siempre el bien del otro. Que el esposo piense cómo hacer feliz a su esposa, y la esposa cómo cuidar y animar a su esposo.