Monseñor Adalberto Martínez Flores, arzobispo metropolitano de Asunción, será consagrado por el papa Francisco como el primer cardenal del Paraguay, en un acto que tendrá lugar el próximo 27 de agosto en la Santa Sede.
El Colegio Cardenalicio cuenta hoy con 208 cardenales, de los cuales 117 son electores y 91 no electores. A partir de la fecha señalada los cardenales serán 229, de los cuales 132 electores. Pero solo 120 purpurados son los que pueden entrar a la capilla Sixtina para elegir al representante universal de la Iglesia Católica Apostólica Romana.
El Papa, desde que asumió en marzo de 2013, viene llevando adelante reformas que pusieron en jaque al poder de la curia romana. Y, desde hace un tiempo, se propone cambiar la mirada “aséptica” de la Iglesia Católica por una práctica misional más cercana a la realidad de la gente, de sus problemas y contradicciones.
Es así que el Santo Padre viene nombrando a cardenales con el perfil pastoral más afín a su proyecto eclesial y, con preferencia, procedentes de las denominadas periferias como África, Asia y América Latina. Y monseñor Martínez, de 70 años de edad, así como los alrededor de cien cardenales designados por Francisco, reúne esa cualidad.
“Él es un Papa que inspira mucho la Iglesia en salida, no recluida en los templos, sino de una Iglesia evangelizadora y, especialmente, cerca de los más necesitados. En ese sentido, hay mucha sintonía con él con su magisterio”, expresó a ÚH el arzobispo.
Martínez asumirá el cardenalato en calidad de elector; por lo que podrá integrar el grupo selecto de esos 120 purpurados que elijan, eventualmente, al próximo sucesor de San Pedro. “Los nuevos cardenales adquieren derechos como la elección del romano Pontífice; la excepción cuando se encuentran fuera de Roma o eventualmente fuera de su propia diócesis; el derecho a ser juzgado solo por el romano Pontífice; la facultad de recibir en todo el mundo las confesiones de los fieles; el derecho de elegir el lugar donde han de oír como testigos; el derecho de ser sepultados en una iglesia. También pueden ejercer ciertos servicios curiales si el Papa los pide”, enumeró el presbítero Nelson Acosta, vicario judicial de la Arquidiócesis capitalina.
Expectativas. Martínez entiende que su condición ahora como nuevo cardenal podría otorgar más cercanía con la Santa Sede, con el Papa y también tener participación en reuniones con los demás cardenales. “Muchos de ellos son muy amigos, muy cercanos, y establecer vínculos de representatividad del país con Roma porque cada obispo debe obediencia al Papa”, dijo.
“Lo tomo más como un compromiso y agradezco esta designación del Santo Padre para poder, en cierto modo, colaborar con él, a lo mejor un poco más de cerca que antes (…). En realidad, el cardenalato me dará muchas tareas, pero igual voy a continuar con las mismas funciones de antes”, explicó al referir que trabajan en equipo con los demás obispos en el Arzobispado y en el Episcopado.
Martínez asumió la Arquidiócesis de Asunción en marzo pasado y tomó el compromiso de los sacerdotes de “caminar con ellos en esta jurisdicción especialmente”.
Y ahora como cardenal “me tocará siempre trabajar en esta misma jurisdicción y con más conciencia de ser parte de una Iglesia universal y cuidar de este rebaño que se me confía, pero solamente este rebaño que es la Arquidiócesis. Después seguramente con otros compromisos de hacia afuera y, a partir del 27 (de agosto) sabré cuáles pudieran ser esos compromisos”, manifestó.
Dice que continuará siendo un pastor con “olor a oveja”, tal como pregona el Papa. “Eso es lo que nos alimenta y nos ayuda a aprender, porque nosotros tenemos mucho que aprender”, sostuvo sobre esa capacidad de “escuchar con el corazón” que fue el reciente mensaje papal en ocasión de la jornada mundial de las comunicaciones sociales.
Para el arzobispo, la línea del Papa de la “Iglesia en salida” cuajó muy rápido acá por la versatilidad que tienen los sacerdotes y obispos en sus distintas jurisdicciones. “Esto se ha probado mucho también durante este tiempo de pandemia, de cuarentenas y creo que la Iglesia ha salido de sus templos, tanto espiritual como materialmente, porque muchos salían en caravanas y procesiones llevando al Santísimo; realizando visita a los enfermos y muchos se han contagiado en este proceso y han fallecido. Realmente hemos visto actos heroicos de dar la vida por otros”, refirió.
Vacancias. Uno de los primeros desafíos que se pone monseñor Adalberto es cubrir las dos diócesis nuevas que no cuentan con una autoridad eclesial oficial: Katuete, en Canindeyú, y la de Caazapá.
También hay dos jurisdicciones donde sus responsables han renunciado: el Vicariato Apostólico del Pilcomayo, donde monseñor Lucio Alfert dimitió por achaques a su salud y por haber superado el límite de edad; al igual que monseñor Guillermo Steckling, de Ciudad del Este.
“Estamos muy necesitados de obispos, realmente hay varias diócesis que están sin obispos. Estamos un poco escasos de obispos, necesitamos tres o cuatro por lo menos y también para el Obispado Castrense se estaría necesitando un obispo”, comentó.
Si bien la designación de obispos es una competencia de la Nunciatura Apostólica, indicó que desde el Arzobispado “se puede aconsejar y proponer al nuncio algunos nombres –como de hecho lo hacen– de sacerdotes que podrían llenar esas jurisdicciones vacantes”, concluyó.
