18 may. 2025

Caos en Irak

Por Guido Rodríguez Alcalá

La ejecución de Sadam Hussein hace necesaria cierta información histórica.
En 1918, Irak se independizó de Turquía y fue ocupada por tropas inglesas. Las tropas terminaron yéndose pero, hasta 1958, el país fue dominado por intereses ingleses y norteamericanos. En 1958, el general izquierdista Karim Kassen derrocó la monarquía y proclamó la república. La república creó una compañía nacional de petróleo y se integró a la OPEP. La CIA metió la mano. Entre sus asesinos estaba Sadam Hussein, quien se exilió al fracasar su atentado contra Karim Kassen.
La CIA y Sadam perseveraron. En 1963, un golpe derrocó a Kassen y llevó al poder al partido Baaz (el de Sadam). La CIA pasó a Baaz los nombres de miles de personas que fueron liquidadas.
En 1979, Sadam llegó a la presidencia de Irak; al año siguiente, comenzó la guerra entre Irak e Irán (1980-1988), con instigación de países occidentales, y donde murieron más de un millón de personas. Los Estados Unidos, Alemania e Inglaterra suministraron a Irak créditos, información militar y armas químicas, incluyendo los gases venenosos que diezmaron a las tropas iraníes. En 1988, Sadam usó esos gases contra los kurdos matando miles, pero Washington prefirió acusar a Irán del genocidio.
Confiando en sus buenas relaciones con Washington, Sadam pensó que podía atacar Kuwait. El 25 de julio de 1990, el dictador se reunió con la embajadora norteamericana en Bagdad, April Glaspie, y le preguntó cuál sería la reacción americana si estallaba la guerra. Glaspie le contestó que su país no iba a intervenir en una guerra entre árabes. Esto lo repitió un representante del Departamento de Estado, en una reunión del Congreso norteamericano, el 31 de julio de 1990. Dos días después, las tropas iraquíes cruzaban la frontera y ocupaban Kuwait. Bush le había tendido una trampa al ex socio de la CIA. En enero y febrero de 1991, el ejército iraquí fue destruido por las fuerzas encabezadas por los Estados Unidos. (Véase artículo de Jerry West en http://www.znet.org)
Desde aquella primera guerra del Golfo Pérsico (1991) hasta la segunda (2003), Irak se vio sometido a un bloqueo económico que no afectó al gobierno de Bagdad, pero que causó miles de muertes de civiles a causa de las privaciones, falta de remedios, etc.
La segunda guerra del Golfo se inició con el cuento de las armas de destrucción masiva. Cuando resultó evidente que no las había, se recurrió al cuento de la democracia: llevar la democracia a ese país de cafres era lo que se había querido. Ahora ya ni siquiera se trata de democracia, sino de evitar un caos evidente. 90% de las personas entrevistadas recientemente en Irak dijeron que en tiempos del dictador se vivía mejor. Una de las opciones manejadas es encontrar otro Hussein, un militar capaz de imponer el orden.
La ocupación militar seguirá por mucho tiempo más. Dos generales americanos de alto rango, John Abizaid y George Casey, fueron relevados del mando en la región por mostrarse partidarios del repliegue y no de enviar más soldados a Irak, como propone Bush, que nunca será juzgado. Para él, la ejecución del ex dictador ha sido una quema de archivos, como señala (con otras palabras) el analista Robert Fisk.