De este modo, la habitual movida de piezas del ajedrez político, que tradicionalmente suele ocurrir en torno al 15 de agosto, por ser la fecha emblemática de la asunción presidencial, se dará esta vez con suficiente retraso y en un especial contexto de la pandemia del Covid-19 y de otras crisis que afectan a la actual gestión gubernamental.
El detonante del efecto dominó sería, en este caso, la posible renuncia del ministro de Hacienda, Benigno López, para asumir una de las vicepresidencias del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), aunque tal incorporación aún no ha sido admitida públicamente ni por las autoridades nacionales, ni por las del organismo crediticio internacional.
Las versiones de los referentes del Gobierno apuntan que, además de reemplazar a López en Hacienda, también se producirían cambios al frente de las carteras de Relaciones Exteriores, Interior, Industria y Comercio, Educación y la presidencia de una de las entidades binacionales.
Más allá de que se confirmen o no las diversas especulaciones, las remociones y los nuevos nombramientos en el Gabinete no deben reducirse simplemente a cambiar a algunas figuras por razones políticas o por rechazo popular, sino que deben apuntar a mejorar áreas claves que permitan enfrentar mejor la actual crisis provocada por la pandemia del Covid-19.
Igualmente, los cambios no deben obedecer a ambiciones electorales, o a los conflictos entre los dos principales movimientos internos del Partido Colorado, entre el actual presidente Abdo Benítez y su principal adversario, por momentos aliado, el ex presidente Horacio Cartes, como parte de una dinámica de constante tira y afloje por ocupar mayores espacios de poder en la Administración Pública, con miras a los próximos comicios municipales y generales. Esta situación es sumamente tóxica.
Además de la salud pública, sector en el que se han producido avances importantes, aunque aún insuficientes, existen otros sectores que se deben potenciar de manera fundamental para avanzar en la etapa del Paraguay poscoronavirus, como lo son la educación, la seguridad ciudadana y, principalmente, los ámbitos que tienen que ver con la reactivación de la economía, ante la próxima reapertura de las fronteras.
La crisis ha golpeado de manera muy fuerte a la sociedad.
Nos deja lecciones muy importantes que deben ser aprendidas, en términos de prioridades de inversiones, control de gastos estatales y, fundamentalmente, un combate más frontal contra la corrupción.
En esta nueva fase, salud y seguridad deben ir de la mano para evitar que la amenaza del virus, aún latente, lleve a un mayor colapso de la todavía débil infraestructura sanitaria. Es necesario pensar en el país y en los intereses ciudadanos, antes que en objetivos sectarios.